Por Freddy Quezada *
1. De Original y copia
1.1 Copia y original.
La viga que sostiene todas las sociedades modernas es la separación entre original y copias. Su reunión y mezcla supondrán su derrumbe. La modernidad tardía, en particular el vanguardismo estético europeo, logró destruir la mimesis aristotélica y consiguió dos cosas: por un lado, ayudó a fundar la idea que la representación era una copia y, por otro, que la novedad descansaba en alterarla por medio de la creación propiamente dicha o la combinación. La copia como si fuera creación, el sentido original que tenía en Aristóteles, se perdió. La representación como Darstellung se confundió con la teoría del reflejo positivista. El simulacro como obra, tal como ahora se comprende el arte y la técnica postmoderna (kitsch, pastiches, remakes, revivals, etc), sólo brindaría frutos, paradójicamente, por las críticas de los vanguardistas a una definición de mimesis que la modernidad había imaginado, en verdad, empobrecido. Octavio Paz se burla de esta paradoja cuando dice que los japoneses crearon imitando, dando a entender que fueron ellos los únicos que comprendieron a Aristóteles. Paz lo recuerda con el wakon yosai (espíritu japonés con técnica occidental). La imitación en Aristóteles siempre fue una creación. Quizás haya sido Giambattista Vico, sin buscarlo, quien rompió el círculo con su concepto de novedad y fundó la modernidad como tradición de rupturas, rompiendo las tradiciones. En cambio, Baudrillard cree, desde su concepto matriz de simulacro, que el arte es sólo un ejercicio de simulación de su propia desaparición y que es el mejor modo de evitarlo. Algo parecido dice de una verdad vacía, que no existe y cuyo simulacro que la enmascara, es lo único real.
1.2 W. Benjamin y el aura del arte.
1.2 W. Benjamin y el aura del arte.
Antes, la novedad, en el sentido clásico moderno, era la que rompía la repetición, ahora es su producto cotidiano. La novedad era lo extraordinario, lo “aurático” en el sentido benjaminiano. Hoy lo extraordinario es lo no nuevo porque la novedad es rutina (cada seis meses cambia la tecnología, por ejemplo). Boris Groys dará al traste con esta concepción y dirá que lo irrepetible lo dictan los museos. Parodiándolo, podríamos decir que lo original es aquello que no se encuentra en Google, Yahoo y la Wikipedia.
El concepto de “original” de una obra de arte, tal vez sea Benjamín el que lo haya definido mejor, como una suerte de aura y de aquí y ahora que se pierde en su reproductibilidad técnica por medio de los medios de masas. “Quitarle su envoltura a cada objeto, triturar su aura, es la signatura de una percepción cuyo sentido para lo igual en el mundo ha crecido tanto que incluso, por medio de la reproducción, le gana terreno a lo irrepetible. Se denota así en el ámbito plástico lo que en el ámbito de la teoría advertimos como un aumento de la importancia de la estadística (subrayado nuestro). La orientación de la realidad a las masas y de éstas a la realidad es un proceso de alcance ilimitado tanto para el pensamiento como para la contemplación”. Pero lo que más llama la atención de esta frase y que no he visto explotada por otro autor, es la “importancia de la estadística”, es decir del número (la cultura de masas y la popular subsumida por ella) que sugiere un factor de corrupción del aura. G. Steiner y A. Finkielkraut, han sabido ver esto. La cantidad contra la calidad; el arte culto contra el de masas; divertir contra educar; los pocos contra los muchos. Y la batalla por decidir quién de ellas se erige en el juez de la otra. Ya en la época de Benjamín, la balanza empezaba a inclinarse a favor de los medios de comunicación de masas. Mac Luchan le sumó al deterioro de la calidad aurática, el debilitamiento del sentido con el principio de que el medio es el mensaje. La singularidad irrepetible de la obra de arte benjaminiana, a base de esfuerzo, creatividad y talento, al masificarse, en efecto, se rebaja. Desde este sencillo concepto es que después chocará con sus propios compañeros de escuela que creerán que el arte no puede y no debe rebajarse a la simplicidad de las masas con su cultura popular o a la vulgaridad de sus bajas pasiones con la de masas. Pero lo que ahora resulta fundamental es ver las conjugaciones de las culturas entre sí, cómo se penetran unas a otras y, la subalterna, cómo circula y ejerce sus estrategias en nichos y márgenes, aguardando mejores coyunturas y desencadenando rebeldías de corto aliento y débiles venganzas en pequeñas cantidades para reconocerse viva. Quizás la sabiduría de estas nuevas condiciones sea como en el yin yang que, en ambos lados, está la misma entidad como vencedora (blanco dominante) y como vencida (blanco dominado) pero que, en verdad, urdir estrategias sin fines, es un baile consigo mismo, una bella danza como la de Shiva. Ya lo sabían Fouchet, Savanarola, Maquiavelo, Gracián, Talleyrand y Chuan Tzé.
1.3 El sentido contemporáneo de original y copia.
Ahora todos vivimos en medio de copias o de combinaciones de ellas. “No hay originales”, es el equivalente de no hay fundamentos, ni metarrelatos; ni origen ni destino. Sin estos referentes, es casi deducible que somos el vacío que crea todo, pero aún nuestros pensadores y nuestra cultura no tiene el valor de reconocerlo. “Vivimos en un mundo de simulación, en un mundo donde la más alta función del signo consiste en hacer desaparecer la realidad y enmascarar al mismo tiempo esa desaparición. El arte no hace otra cosa. Los medios actuales no hacen otra cosa. Es por esto que están dirigidos al mismo destino. Detrás de la orgía de las imágenes cada cosa se oculta”. (Baudrillard). Las “copias” pueden ponerse al servicio de resemantizar los nuevos fenómenos, pero guardan una ironía que, si no se sabe captar, puede degenerar en una nostalgia que lleva de nuevo a una repetición. No es lo mismo usar las tres fuentes y las tres partes integrantes del marxismo para comprender a la postmodernidad (en el sentido subversivo de los travestis contra los géneros “normales”), como hizo este servidor hace muchos años, que hablar de la repetición del gesto derrotista de Lenin, deseando la rendición de su propio país, durante la primera guerra mundial, como hace Zizek. Aquel es la forma, éste el contenido. Aquella es una ironía y una parodia, esta una nostalgia y una esperanza. Allá hay una descripción irónica, aquí una acción heroica. El nica sigue a Baudrillard, el esloveno a Carlyle.
Hasta donde vamos, hemos presentado el marco sobre original y copia que atormentó a Salazar Bondy. Las cosas, como se sabe, han cambiado a estas alturas. Hemos pasado sucesivamente en pocos lustros de las sociedades disciplinarias (Foucault), a las de control (Deleuze), a las de diversión (Postman). Vimos que estamos entre copias sin originales o combinando géneros que anteriormente no tenían que ver el uno con el otro. Los radionoticieros matutinos de la Nueva Radio Ya, por ejemplo, pueden ilustrarnos, cuando no sabemos cómo reaccionar (estamos condicionados por el canon) ante un género que no es noticia, ni radioteatro, ni invento, ni información, ni diversión plena por las tragedias y el dolor que a veces sobre dramatizan. ¿Crean o no? Lo que dicen es ¿noticia o invento? ¿es información o entretenimiento? Y si juntan esas dos cosas, qué es. La nota roja (que nació también en esta radio, rompiendo el monopolio representacional ilustrado) siguió los mismos pasos y ahora es un gran éxito, con la ayuda decisiva del mercado. La nueva pregunta que debe suceder a la vieja del filósofo peruano es esta: ¿Será posible que la creación no venga hoy de autenticidades, como las esperó Salazar Bondy, sino de articular lo improbable y lo prohibido? Presentamos algunas corrientes sobre estas combinaciones que siempre se han efectuado o, ahora que se reparan en ellas, ocasionan escándalos y repudios en algunos sectores y asombro y agrado en otros.
2 La parodia creativa
2.1 Doris Sommer. La copia superior al original.
Esta autora norteamericana, que cruza las concepciones de Benedict Anderson y Homi Bahba, estudió el papel de la novelas nacionales en la fundación y la transmisión del sentido imaginado de nación, en nuestros países latinoamericanos. Por medio de varias novelas canónicas, Sommer se sorprende al descubrir desde los primeros autores hasta los últimos, pasando incluso por los del boom latinoamericano --“Las parodias del Boom, sus refinadas ironías y su tono lúdico, son el caso típico de una eterna negación destinada a reconocer el efecto contrario de reconocimiento, de tal manera que esos círculos viciosos narrativos exponen la frustración del escritor, así como la desilusión con la idea del progreso” (2004:19) -- ese principio que hace del vicio, una virtud. A partir de J. F. Cooper, el escritor norteamericano de “El último mohicano”, la autora señala a Sarmiento como el iniciador de esta operación: “Felizmente para imitadores autorizados como Sarmiento, y para sus lectores menardianos, la imitación con frecuencia sobre pasa al modelo, incluso al punto de llegar a constituirse en el modelo mismo. Esto es, para resumir, doblemente fundacional: primero por establecer el origen y segundo por mejorarlo”. (íbid: 115). Como ya lo hemos visto en Dussel con Lévinas, en Fornet con Habermas, en García Canclini con Bhaba, en Mignolo con Said, en Quijano con Wallerstein, etc, se imita hasta destruir al original y hacerlo ver como pastiche, cuando no lo hacen desaparecer, ocultar o callar sobre ellos. Todos también se han visto necesitados de conservar las purezas de su dualismo, como los decoloniales que formulan un eurocentrismo homogéneo y se reservan para sí, de igual modo, una decolonialidad lisa, sin fisuras y combinaciones.
“Al contemplarse en el espejo del arte europeo y norteamericano, los latinoamericanos crean distorsiones especulares que reflejan imágenes o identidades muy distintas de sus presuntos modelos. La diferencia no es siempre parodia sino muchas veces representa una ‘corrección’...” (íbid: 377). Afranio Peixoto, un escritor brasileño, citado por la misma Sommer, señala que hay una “tendencia general a copiar y negar. (...) imitamos los modelos europeos, pero nos negamos con arrogancia a admitirlo y pretendemos ser originales. Tenemos poca imaginación, por más que digan lo contrario, y menos poder de reflexión todavía, pero si poseemos un gran poder verbal...” (2004:221).
2.2 Jorge Eduardo Arellano. La parodia como principio creador y subversivo.
Arellano, autor nicaragüense, al que es de recibo agradecer su lucidez de reconocer cómo algunas grandes obras, que se ignoran como tal, a veces parten de los imaginarios establecidos, para expresar sus sueños o descontentos, sin ir más allá, dejó caer casi de modo inocente y casual, en un suplemento literario y al final de su ensayo, la siguiente conclusión: “En El Güegüense su autor recurre a la parodia en algunos de sus parlamentos (53-110), pero sólo logra burlarse de la retórica cortesana y burocrática de las autoridades provinciales y de la juridicidad explotadora. Porque su propósito es representar y defender un sector social inferior o subalterno. En el caso de Cervantes, quien se había propuesto escribir una regocijante parodia de los libros de caballería, lo que profundamente logra y lega es la gran parábola de la condición humana”. La grandeza de algunos grandes autores, pues, es que buscando una cosa, a veces ellos mismos, pero casi siempre sus sucedáneos, encuentran otra. Y nos seducen, luego, imponiéndolas, con nuestra complicidad lúdica, como canon. Existen también, por otro lado, la “copia” que subvierte a la norma activada por repetición citacional, señalada ya por Judith Butler y Monique Wittig, como los travestis frente al binarismo sexual heterocentrado, cuya parodia desestabiliza sus redes discursivas de poder y muestra su carácter biopolítico.
2.3 Mario Roberto Morales. La creación a través de la hibridación.
Morales, escritor guatemalteco, que cruza a García Canclini con Laclau, habla de crear a partir de las articulaciones y las hibridaciones, una suerte de panmestizaje entre todos los grupos subalternos. De su abundante argumentación, lo que se deduce es que todo está mezclado ya por la globalización, la publicidad y el turismo, y en virtud de que no hay purezas, nadie puede imponerse a los demás. La creación es un bucle rizomático que viene de combinarse con combinaciones, a su vez, combinadas. Todos somos mestizos y en esta indiferencia, la diferencia interna debe articularse en una suerte de mestizaje de mestizaje, cumplible sólo dentro de parámetros democráticos. Su tesis doctoral sobre el asunto, concluye: “No existe el indio o “el maya” ni el ladino o el mestizo químicamente puro. Situémonos en los espacios de la hibridación y no en las polaridades arquetípicas para inventar una nación democrática y superemos ya toda suerte de esencialismos, fundamentalismos y puestas en escena para la cooperación internacional”. (Morales, 2002: 420).
2.4 Raúl Fornet—Betancourt. La interculturalidad creativa.
Este autor cubano, que coincide con Salazar Bondy al llamar “Nuestra América” (como José Martí) al territorio en el que vivimos, corriendo el peligro de debilitar al otro de “América Latina”, incluye nuevos actores en el discurso actual, que no son nuevos realmente, como los afroamericanos, los pueblos originarios y migraciones asiáticas. Esta posición incluyente hacia adentro de la mal llamada “América Latina”, según él, no se ha cumplido en los discursos clásicos sobre el asunto y, pese a que polemiza con los más representativos, sigue coincidiendo en sus propósitos emancipadores y representacionales con todos ellos. Fornet Betancourt cree que el diálogo intercultural, fecundo en sí mismo, originará comprensiones mutuas que darán lugar no sólo al respeto, sino a la creación de situaciones inéditas y positivas. Dice: “hablo de la interculturalidad como “asignatura pendiente”; y la llamo así porque entiendo que, como explicaré luego, la interculturalidad no es un reclamo de ahora, fruto de la difusión de una nueva moda filosófica, sino más bien una demanda de justicia cultural que se viene formulando desde hace siglos en la historia social e intelectual de América Latina. (...) La filosofía latinoamericana se ha desarrollado en sus líneas dominantes de espaldas al desafío de la interculturalidad en su propio contexto. (...) Pero no se puede olvidar que no toda América Latina es mestiza y que la “cultura mestiza”, el mestizaje cultural latinoamericano, por tanto, no es expresión suficiente de la diversidad cultural de América Latina. La “cultura mestiza” es una figura concreta de la pluralidad cultural de América Latina. De manera que pretender presentar el mestizaje como expresión de la cultura latinoamericana resulta un acto de colonialismo cultural que diluye las diferencias y, en la práctica, oprime y margina al otro” (2004:14).
2.5 Heinz Sonntag. La creación por adaptación.
Sobre la teoría marxista en América Latina, Sonntag (1989:130 --131) venezolano alemán, la definió una vez como “creativa hasta en la imitación, orientadoras de prácticas propias y ajenas de sujetos colectivos...” . Quizás el más indulgente de todos, Sonntag observó huellas de esa adaptación, que hizo regresar como Socialismo del siglo XXI otro compatriota suyo de doble nacionalidad como él, Heinz Stefan Dietrich, que también señaló Leopoldo Zea y con el paradigma menos productivo de todos, el marxismo, si exceptuamos a Mariátegui que lo combinó con el anarquismo y las comunas incaicas. Es curioso, sin embargo, que sea de intelectuales de países ex socialistas donde estén saliendo ideas de retorno a lo viejo. Pero no de los Perry Anderson, James Petras o Inmanuel Wallerstein, que siguieron en lo mismo. O que aún no se hayan combinado con otras como las del marxismo abierto del “Imperio” de Negri y Hardt y su resexualización híbrida, a través de ese nuevo concepto de multitudes queer. Me parece que el capital intelectual de ellos (básicamente marxistas heterodoxos) no puede olvidarse. Pertenecen a la tradición un poco anterior de las tres “K”, Kalecki, Kosik y Kolakowski. Son sus tradiciones que, sumada a la de la cultura europea en general, los perfila como los próximos faros iluminadores del mundo neosocialista; en América Latina, que hace siempre lo que otros piensan, ya empezaron sus fans intelectuales a brincar con sus pom pom, sus piernas peludas y sus minifalditas enseñando el culo, al porrear !!! A la bi, a la bao, a la bin, bon ban, Zizek, Bauman, ra, ra, rá!!!
3. A MODO DE CIERRE
a. La creación procede de una ars combinatoria y no de una poietica. Nunca ha habido creación pura. La paradoja es que si siempre hubo mezclas en todos lados, cuál es la diferencia entre una cosa y otra; y uno no puede menos que responder: el tamaño, es decir, una relación cuantitativa de energía y fuerzas.
b. Las combinaciones hoy no tienen, no deben y no pueden tener barreras geográficas, paradigmáticas o culturales. Su éxito depende de quién (voluntad de poder) venza y cómo (estrategias) se imponen. Los medios son los fines. Luchar es ver bailar y confundirse a la tejedora con su tejido.
c. “América Latina” no ha hecho nada en teoría y filosofía (la de la Liberación y la de la Dependencia son refritos marxistas y cristianos); sin embargo, cuenta con una literatura fecunda desperdiciada. Los “orientales” jamás se han preocupado de que los “occidentales”, no le llamen filosofía a sus aforismos, pequeños libros (El Tao es el libro con más prólogos del mundo) y sentencias. Cuando Jacques Derrida estuvo en su máximo esplendor, no supimos aprovechar esa combinación de literatura y filosofía, crítica artística y reflexión, que supo hacer con gran talento, y que bien nos hubiese disparado en este Occidente por el que nos derretimos. ¿Quién se apunta?
d. El verdadero reto filosófico consiste en crear nuevos fines o renunciar a ellos, y no en imaginar subfines o medios complejos, una y otra vez. Es apostar en grande, carajo.
e. Al fin y al cabo, a quién demonios le importa lo que decimos los ilustrados. A los que de verdad me gustaría hablarles, nunca podrán descodificarlo y, a mis iguales, les produzco irritación, cuando no bostezos. ¿Qué más puedo decir? Buenas noches, Salazar Bondy?
Hasta donde vamos, hemos presentado el marco sobre original y copia que atormentó a Salazar Bondy. Las cosas, como se sabe, han cambiado a estas alturas. Hemos pasado sucesivamente en pocos lustros de las sociedades disciplinarias (Foucault), a las de control (Deleuze), a las de diversión (Postman). Vimos que estamos entre copias sin originales o combinando géneros que anteriormente no tenían que ver el uno con el otro. Los radionoticieros matutinos de la Nueva Radio Ya, por ejemplo, pueden ilustrarnos, cuando no sabemos cómo reaccionar (estamos condicionados por el canon) ante un género que no es noticia, ni radioteatro, ni invento, ni información, ni diversión plena por las tragedias y el dolor que a veces sobre dramatizan. ¿Crean o no? Lo que dicen es ¿noticia o invento? ¿es información o entretenimiento? Y si juntan esas dos cosas, qué es. La nota roja (que nació también en esta radio, rompiendo el monopolio representacional ilustrado) siguió los mismos pasos y ahora es un gran éxito, con la ayuda decisiva del mercado. La nueva pregunta que debe suceder a la vieja del filósofo peruano es esta: ¿Será posible que la creación no venga hoy de autenticidades, como las esperó Salazar Bondy, sino de articular lo improbable y lo prohibido? Presentamos algunas corrientes sobre estas combinaciones que siempre se han efectuado o, ahora que se reparan en ellas, ocasionan escándalos y repudios en algunos sectores y asombro y agrado en otros.
2 La parodia creativa
2.1 Doris Sommer. La copia superior al original.
Esta autora norteamericana, que cruza las concepciones de Benedict Anderson y Homi Bahba, estudió el papel de la novelas nacionales en la fundación y la transmisión del sentido imaginado de nación, en nuestros países latinoamericanos. Por medio de varias novelas canónicas, Sommer se sorprende al descubrir desde los primeros autores hasta los últimos, pasando incluso por los del boom latinoamericano --“Las parodias del Boom, sus refinadas ironías y su tono lúdico, son el caso típico de una eterna negación destinada a reconocer el efecto contrario de reconocimiento, de tal manera que esos círculos viciosos narrativos exponen la frustración del escritor, así como la desilusión con la idea del progreso” (2004:19) -- ese principio que hace del vicio, una virtud. A partir de J. F. Cooper, el escritor norteamericano de “El último mohicano”, la autora señala a Sarmiento como el iniciador de esta operación: “Felizmente para imitadores autorizados como Sarmiento, y para sus lectores menardianos, la imitación con frecuencia sobre pasa al modelo, incluso al punto de llegar a constituirse en el modelo mismo. Esto es, para resumir, doblemente fundacional: primero por establecer el origen y segundo por mejorarlo”. (íbid: 115). Como ya lo hemos visto en Dussel con Lévinas, en Fornet con Habermas, en García Canclini con Bhaba, en Mignolo con Said, en Quijano con Wallerstein, etc, se imita hasta destruir al original y hacerlo ver como pastiche, cuando no lo hacen desaparecer, ocultar o callar sobre ellos. Todos también se han visto necesitados de conservar las purezas de su dualismo, como los decoloniales que formulan un eurocentrismo homogéneo y se reservan para sí, de igual modo, una decolonialidad lisa, sin fisuras y combinaciones.
“Al contemplarse en el espejo del arte europeo y norteamericano, los latinoamericanos crean distorsiones especulares que reflejan imágenes o identidades muy distintas de sus presuntos modelos. La diferencia no es siempre parodia sino muchas veces representa una ‘corrección’...” (íbid: 377). Afranio Peixoto, un escritor brasileño, citado por la misma Sommer, señala que hay una “tendencia general a copiar y negar. (...) imitamos los modelos europeos, pero nos negamos con arrogancia a admitirlo y pretendemos ser originales. Tenemos poca imaginación, por más que digan lo contrario, y menos poder de reflexión todavía, pero si poseemos un gran poder verbal...” (2004:221).
2.2 Jorge Eduardo Arellano. La parodia como principio creador y subversivo.
Arellano, autor nicaragüense, al que es de recibo agradecer su lucidez de reconocer cómo algunas grandes obras, que se ignoran como tal, a veces parten de los imaginarios establecidos, para expresar sus sueños o descontentos, sin ir más allá, dejó caer casi de modo inocente y casual, en un suplemento literario y al final de su ensayo, la siguiente conclusión: “En El Güegüense su autor recurre a la parodia en algunos de sus parlamentos (53-110), pero sólo logra burlarse de la retórica cortesana y burocrática de las autoridades provinciales y de la juridicidad explotadora. Porque su propósito es representar y defender un sector social inferior o subalterno. En el caso de Cervantes, quien se había propuesto escribir una regocijante parodia de los libros de caballería, lo que profundamente logra y lega es la gran parábola de la condición humana”. La grandeza de algunos grandes autores, pues, es que buscando una cosa, a veces ellos mismos, pero casi siempre sus sucedáneos, encuentran otra. Y nos seducen, luego, imponiéndolas, con nuestra complicidad lúdica, como canon. Existen también, por otro lado, la “copia” que subvierte a la norma activada por repetición citacional, señalada ya por Judith Butler y Monique Wittig, como los travestis frente al binarismo sexual heterocentrado, cuya parodia desestabiliza sus redes discursivas de poder y muestra su carácter biopolítico.
2.3 Mario Roberto Morales. La creación a través de la hibridación.
Morales, escritor guatemalteco, que cruza a García Canclini con Laclau, habla de crear a partir de las articulaciones y las hibridaciones, una suerte de panmestizaje entre todos los grupos subalternos. De su abundante argumentación, lo que se deduce es que todo está mezclado ya por la globalización, la publicidad y el turismo, y en virtud de que no hay purezas, nadie puede imponerse a los demás. La creación es un bucle rizomático que viene de combinarse con combinaciones, a su vez, combinadas. Todos somos mestizos y en esta indiferencia, la diferencia interna debe articularse en una suerte de mestizaje de mestizaje, cumplible sólo dentro de parámetros democráticos. Su tesis doctoral sobre el asunto, concluye: “No existe el indio o “el maya” ni el ladino o el mestizo químicamente puro. Situémonos en los espacios de la hibridación y no en las polaridades arquetípicas para inventar una nación democrática y superemos ya toda suerte de esencialismos, fundamentalismos y puestas en escena para la cooperación internacional”. (Morales, 2002: 420).
2.4 Raúl Fornet—Betancourt. La interculturalidad creativa.
Este autor cubano, que coincide con Salazar Bondy al llamar “Nuestra América” (como José Martí) al territorio en el que vivimos, corriendo el peligro de debilitar al otro de “América Latina”, incluye nuevos actores en el discurso actual, que no son nuevos realmente, como los afroamericanos, los pueblos originarios y migraciones asiáticas. Esta posición incluyente hacia adentro de la mal llamada “América Latina”, según él, no se ha cumplido en los discursos clásicos sobre el asunto y, pese a que polemiza con los más representativos, sigue coincidiendo en sus propósitos emancipadores y representacionales con todos ellos. Fornet Betancourt cree que el diálogo intercultural, fecundo en sí mismo, originará comprensiones mutuas que darán lugar no sólo al respeto, sino a la creación de situaciones inéditas y positivas. Dice: “hablo de la interculturalidad como “asignatura pendiente”; y la llamo así porque entiendo que, como explicaré luego, la interculturalidad no es un reclamo de ahora, fruto de la difusión de una nueva moda filosófica, sino más bien una demanda de justicia cultural que se viene formulando desde hace siglos en la historia social e intelectual de América Latina. (...) La filosofía latinoamericana se ha desarrollado en sus líneas dominantes de espaldas al desafío de la interculturalidad en su propio contexto. (...) Pero no se puede olvidar que no toda América Latina es mestiza y que la “cultura mestiza”, el mestizaje cultural latinoamericano, por tanto, no es expresión suficiente de la diversidad cultural de América Latina. La “cultura mestiza” es una figura concreta de la pluralidad cultural de América Latina. De manera que pretender presentar el mestizaje como expresión de la cultura latinoamericana resulta un acto de colonialismo cultural que diluye las diferencias y, en la práctica, oprime y margina al otro” (2004:14).
2.5 Heinz Sonntag. La creación por adaptación.
Sobre la teoría marxista en América Latina, Sonntag (1989:130 --131) venezolano alemán, la definió una vez como “creativa hasta en la imitación, orientadoras de prácticas propias y ajenas de sujetos colectivos...” . Quizás el más indulgente de todos, Sonntag observó huellas de esa adaptación, que hizo regresar como Socialismo del siglo XXI otro compatriota suyo de doble nacionalidad como él, Heinz Stefan Dietrich, que también señaló Leopoldo Zea y con el paradigma menos productivo de todos, el marxismo, si exceptuamos a Mariátegui que lo combinó con el anarquismo y las comunas incaicas. Es curioso, sin embargo, que sea de intelectuales de países ex socialistas donde estén saliendo ideas de retorno a lo viejo. Pero no de los Perry Anderson, James Petras o Inmanuel Wallerstein, que siguieron en lo mismo. O que aún no se hayan combinado con otras como las del marxismo abierto del “Imperio” de Negri y Hardt y su resexualización híbrida, a través de ese nuevo concepto de multitudes queer. Me parece que el capital intelectual de ellos (básicamente marxistas heterodoxos) no puede olvidarse. Pertenecen a la tradición un poco anterior de las tres “K”, Kalecki, Kosik y Kolakowski. Son sus tradiciones que, sumada a la de la cultura europea en general, los perfila como los próximos faros iluminadores del mundo neosocialista; en América Latina, que hace siempre lo que otros piensan, ya empezaron sus fans intelectuales a brincar con sus pom pom, sus piernas peludas y sus minifalditas enseñando el culo, al porrear !!! A la bi, a la bao, a la bin, bon ban, Zizek, Bauman, ra, ra, rá!!!
3. A MODO DE CIERRE
a. La creación procede de una ars combinatoria y no de una poietica. Nunca ha habido creación pura. La paradoja es que si siempre hubo mezclas en todos lados, cuál es la diferencia entre una cosa y otra; y uno no puede menos que responder: el tamaño, es decir, una relación cuantitativa de energía y fuerzas.
b. Las combinaciones hoy no tienen, no deben y no pueden tener barreras geográficas, paradigmáticas o culturales. Su éxito depende de quién (voluntad de poder) venza y cómo (estrategias) se imponen. Los medios son los fines. Luchar es ver bailar y confundirse a la tejedora con su tejido.
c. “América Latina” no ha hecho nada en teoría y filosofía (la de la Liberación y la de la Dependencia son refritos marxistas y cristianos); sin embargo, cuenta con una literatura fecunda desperdiciada. Los “orientales” jamás se han preocupado de que los “occidentales”, no le llamen filosofía a sus aforismos, pequeños libros (El Tao es el libro con más prólogos del mundo) y sentencias. Cuando Jacques Derrida estuvo en su máximo esplendor, no supimos aprovechar esa combinación de literatura y filosofía, crítica artística y reflexión, que supo hacer con gran talento, y que bien nos hubiese disparado en este Occidente por el que nos derretimos. ¿Quién se apunta?
d. El verdadero reto filosófico consiste en crear nuevos fines o renunciar a ellos, y no en imaginar subfines o medios complejos, una y otra vez. Es apostar en grande, carajo.
e. Al fin y al cabo, a quién demonios le importa lo que decimos los ilustrados. A los que de verdad me gustaría hablarles, nunca podrán descodificarlo y, a mis iguales, les produzco irritación, cuando no bostezos. ¿Qué más puedo decir? Buenas noches, Salazar Bondy?
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