Hay una película de ciencia ficción, Wall-E, en una de cuyas escenas àla dolce farniente, nos presenta a toda una población con sobrepeso, en vehículos personales aerodinámicos, con todos los servicios imaginables (desde vestir, hasta alimentarse, pasando por educarse, reproducirse y entretenerse, con sólo ordenarlo por medio de la voz), incluyendo el de asistencias en caso de accidentes y exposición al ridículo de parecer una tortuga boca arriba o una cucaracha gorda, luchando por incorporarse y regresar a sus asientos. No podemos evitar, con tal escena, imaginarnos la flecha de las nuevas tecnologías dirigida hacia la pereza. Lo que nos trae aquí, pues, es el sentido de la tecnología en nuestra era contemporánea. Un poco como explorar, a brochazo limpio, la postverdad de los millennials en sus zonas de confort.
La tecnología de hoy, como la de siempre, se la lee mayoritariamente como medios instrumentales, neutrales e inexpresivos, para fines usualmente fuera de ella misma. Es tan dominante ese modo de verla que se ha vuelto sentido común y su uso masivo en todos los campos, desde la medicina hasta los viajes espaciales, pasando por los ejércitos y los movimientos sociales , pareciera ser la mejor máscara para su encubrimiento y fuga. Pero hay varias maneras, más allá de las instrumentales, profundas y fecundas de verla.
Fuera de las cuatro causas aristotélicas, al uso, que sirven de canon de entrada al experto: material, formal, finalística y eficiente, para algunas culturas, como la griega misma, la técnica estuvo unida a la creación y al conocimiento, como tecné (hacer), poiesis (crear) y episteme (saber). Heidegger le llamó a esa reunión, antes de Sócrates, Seyn (Ser), y una variedad noble de marxismo, praxis (unión de teoría y práctica), categoría desafortunadamente hoy en desuso.
En otras culturas, más antiguas aún,como la védica y la taoísta, incluyeron, además de las anteriores, al cuerpo y al Todo, en cada una de las partes. Aquella, no separó la técnica de escritura, por ejemplo, de lo sagrado y lo humano; y ésta, sus técnicas marciales nunca las dividió de la sabiduría. Las amerindias, de modo parecido, también desarrollaron tecnologías agrosilvopastoriles y terapias herbolarias curativas, muy vinculadas a una naturaleza de la que no se sentían separadas. Los decoloniales, están luchando por devolverles dignidad y visibilidad.
Así que es muy posible que el acento de esta presentación, recaiga con más fuerza en la finalidad y, en menor medida, en la eficiencia, atendiendo las causales de Aristóteles, antes que en sus soportes directamente materiales y simbólicos que, desde luego, participan como un todo y tienen su lugar. Y, hasta es posible, que los énfasis puedan ser distribuibles, según intereses de los pensadores mencionados en el párrafo siguiente, e incubribles ya por las razones que ahí se apuntan.
Los cinco paradigmas que presentamos a continuación, sobre el sentido de las tecnologías, y que responden a autores emblemáticos, no son ni los únicos y a lo mejor ni los más adecuados a la contemporaneidad. Acaso hubiese sido más recomendable incluir a Wittgenstein (juegos de lenguaje), Luhmann (sistemas y subsistemas), Habermas (acción comunicativa), Dewey (pragmatismo tecnológico), Derrida (deconstrucción de archivos), Foucault (tecnologías del biopoder), Weber (racionalismo instrumental), Sloterdijk (antropotécnica), Latour (hibridez combinatoria) et al, pero creemos que se hubiese recargado el cuadro y lo ganado en complejidad, se hubiese perdido en claridad y sencillez de despegue, para ulteriores investigaciones a través de estimular la curiosidad en los estudiantes.
Latour, por ejemplo, tiene un par de ideas fecundas como la actancia (híbridos de objetos con sujetos, como los policías acostados y las prótesis bioelectrónicas como los cyborgs de Donna Haraway) y la holónica a la Ken Wilber (en un archivo electrónico está toda la sociedad que, a su vez, está en ella) que temimos incluir aquí por los riesgos mencionados. O Dewey, con la definición pragmática que hace de la tecnología simplemente como su uso, modo de reconciliar fines con medios, muy parecido al concepto de artesano, que después empleará Richard Sennet.
Paradigma 1: Marx. La tecnología feliz reconciliante.
Para Marx, la tecnología es un derivado del desarrollo, madurez y justicia de unas fuerzas productivas sin trabas y sin estados nacionales, cuyos frutos productivos procederán a distribuirse a cada cual según, en una primer etapa, su capacidad y, luego, en una especie de final feliz y reconciliado, versión laica de un paraíso terrestre, según nuestras necesidades. La tecnología en este escenario es combativa y se la sitúa del lado de la justicia social para elevar y nivelar después la distribución desigual y explotadora de la riqueza producida por los trabajadores y usurpada por propietarios ociosos.
Paradigma 2: Heidegger. La tecnología ambigua como peligro y redención.
Para Heidegger, la tecnología es la desembocadura natural de la metafísica, en la que incluye a la ciencia como uno de sus eslabones, y cuya finalidad es el cálculo, la búsqueda de resultados y solución de problemas nacidos a partir de los intereses y voluntad de un observador para el cual, a través de la representación como presencia, todo es un objeto para un sujeto que terminará convirtiéndose, también, él mismo, en aquél. Operaciones todas que sepultan en el olvido al auténtico ser que somos. La tecnología bajo esta lectura, para Heidegger, es inevitable y llegará a cubrir todo la estructura moderna (Gestell) no importa si capitalista como EEUU o socialista como la URSS, en ese entonces. Sin embargo, soportándola y dejándose cubrir por lo más peligroso de ella, como viajando por el Niágara en taburete, es que advendrá un nuevo dios salvador, como creía Hölderlin (“allí donde crece el peligro crece también la salvación”), que se parecerá mucho a un lenguaje poético gratuito y creador (es gibt).
Paradigma 3: McLuhan. La tecnología como mensaje.
La tecnología para McLuhan es una extensión del cuerpo humano. Para el caso, las tecnologías son extensiones de las redes nerviosas y son divisibles en frías cuando requieren alta participación del usuario y calientes cuando es baja. Más específico, pues su interés eran los medios de comunicación, McLuhan propuso una fórmula revolucionaria al decir que el “medio es el mensaje” y que, para el caso de las nuevas tecnologías que son veloces archivos de esfuerzo, tienden a hacer que todo lo que viaja en su seno se le parezca, o su formato lo afecte. Si la TV sirve para divertir, por ejemplo, todo lo que contenga, por muy académico que sea, debe entretener y si el interés decae, simplemente se cambia de canal. Si las nuevas tecnologías, siguiendo el ejemplo, fomentan el ocio como negocio, precisamente para un mercado de voyeurs, y su efecto se vuelve dominante, todo será más veloz, más fácil y más confortable. La pereza se volverá no sólo un derecho (Lafargue), sino un mercado (Zuckerberg) y un placer (Sade).
Paradigma 4: Eco. El peso de los receptores.
Umberto Eco, representante del paradigma del receptor, vincula las nuevas tecnologías a la cultura de masas y al peso de los receptores en ella. Su paradigma está más vinculado al uso, en eso es heredero de los pragmáticos anglosajones, y al arco limitado de interpretaciones, heredero de la hermenéutica de Gadamer, para recalibrar el papel de los usuarios en las nuevas tecnologías.
Este paradigma sugiere que el peso del número y la superficialidad de los juicios mezclados con la experticia, tiene la fuerza de una estampida o de una manada de bisontes que arrasa todo, en cuenta a los que celebran el paso. Dijo una vez: “Internet es un gran peligro para los libros porque no filtra. La cuestión es saber cuáles son los lugares dónde buscar información sobre temas que no son de nuestra competencia. Si tengo que buscar algo sobre Física, no estoy en condiciones de saber qué es serio y qué no. Es un problema, porque la cultura radica en conservar algunas cosas y en dejar pasar otras. Ésa es su fuerza. Así que la materia del mañana en las escuelas será enseñar a filtrar”. Él mismo, antes de morir, logró advertir esa energía caótica que procedió a censurar con una cólera y una impaciencia, en contra de sus propios consejos:“las gallinas tardaron un siglo en darse cuenta de que no tienen que cruzar la calle porque los autos las atropellan. Así que dense cuenta de lo que nos pasa a nosotros con las computadoras”. Tal arrebato, pareció llevarlo de regreso a la aristocracia del saber, y al despotismo del emisor, que tanto criticó en sus obras más célebres.
Paradigma 5: Haraway. La hibridez cyborg.
Donna Haraway, no fue la primera pero sí al parecer la más impactante sobre cómo las nuevas tecnologías borrarían las fronteras entre géneros y sus productos pasarían a ser una especie de cyborgs, como se les denominó, por ese entonces, por la popularidad de películas de ese género. Desencadenó una profunda polémica entre las feministas, solo superada un poco después por la desatada por Judith Butler. Su dirección fue a la inversa de la mayoría de las exploradoras feministas; fue de integración y no de diferencia. Más tarde sus frutos serán recogidos por Bruno Latour en sus actantes donde se unen cosas y seres y empiezan a funcionar con una lógica de fractales y holones.
Una de las cosas que vio Haraway fue la inserción y lento dominio de las nuevas tecnologías en el cuerpo humano a través de la medicina de punta, la biorobótica, la tecnoguerra y la biología experimental, dando paso a a la aparición de nuevos géneros y a la fusión de otros. Esta comunión entre cuerpos y pieles ha pasado a ser un nuevo campo soportado por las tecnologías donde apenas empiezan las reflexiones.
Cuadro de sentido de las tecnologías por autor
Autor
Sentido
Énfasis en diagrama
Obra
Cita
Categoría maestra
Marx (1977)
Recon-
ciliante
Emisor
Crítica del Programa de Gotha
“cuando con el desarrollo del individuo en todos sus aspectos, crezcan también las fuerzas productivas y corran a chorro lleno los manantiales de la riqueza colectiva, sólo entonces podrá rebasarse totalmente el estrecho horizonte del derecho burgués y la sociedad podrá escribir en su bandera: ¡De cada cual, según sus capacidades; a cada cual, según sus necesidades! ”
Tecné
(hacer)
Heidegger
(2007)
Creador
Emisor
La pregunta por la técnica.
“lo que tiene que ocurrir más bien es que precisamente la esencia de la técnica sea lo que albergue en sí el crecimiento de lo que salva”.
Poiesis (crear)
McLuhan
(2009)
Determi-
nista
Medio/
mensaje
Comprender los medios: las extensiones del hombre.
“el «mensaje» de cualquier medio o tecnología es el cambio de escala, ritmo o patrones que introduce en los asuntos humanos”.
Episteme (saber)
Eco (2016)
Hermené-
utico
Receptor
Los límites de la interpretación
“el funcionamiento de un texto (no verbal, también) se explica tomando
en consideración, además o en vez del momento generativo, el
papel desempeñado por el destinatario en su comprensión, actualización
e interpretación”.
Intentio lectoris (interpre-
tación)
Haraway (1999)
Híbrida
Receptor
Manifiesto Cyborg
Cyborg (androide)
A modo de cierre
Todo está abierto. Las tecnologías siempre han tenido su sentido. El sentido de mejorar la calidad de vida. Hasta hace poco, se creyó por parte de observadores casi paralizados por el asombro, en un nihilismo de la tecnología viajando sin dirección y abandonada a sí misma, confundiendo su medio como fin y con una velocidad de autopropulsión, que encubrió uno de los sentidos más claros de las tecnologías: el ahorro de esfuerzo como banco de energías, algo que los marxistas llamaron “trabajo muerto”, servido ahora por el enemigo capitalista, como archivo exponencial, para grandes cantidades de usuarios que compiten en agenda setting con los emisores.
El archivo escriturario, clásico gutenbergiano, como dispositivo de poder, o como mal de archivo, con su doble inscripción simultánea de olvido y memoria, según las perspectivas de Foucault y Derrida, respectivamente, no contaron con el tiempo electrónico en sus facultades y poderes. Cambia el medio, cambia todo, decía McLuhan.
La bisagra que une el olvido de las diferencias, como pensamiento, y el recuerdo de ellas para salvarlo de sus crisis, es la esencialización del archivo. Ya la reversibilidad y la recuperación de lo perdido, así como los links, vínculos hipertextuales, que no alcanzaron a ver estos autores, por medio de comandos en texto, imagen o sonido cualquiera, de los ordenadores en redes, nos remiten al manejo y administración de un tiempo confortable, así como desde algoritmos de búsquedas, proporcionarnos, según perfil y promedios de ellas, lo que necesitamos. Esas condiciones son suficientes para el dominio de la robótica, incluso en las fases primarias que ya sufrimos o gozamos, según se reciba.
Así, pues, se ha unido al carro, una característica que puede llegar a convertirse en una categoría exploradora que puede rendir buenos frutos: el archivo electrónico y una insoportable levedad del ser, contradictoriamente obesos, como los amiguitos de Wall-e, en nuestra era, que consiste en descargar nuestra memoria en Google y hacerse consumidor y voyeur de bienes y signos. Vacuidad de unos cuerposque, tal y como según Platón ocurrió con la escritura, se ofrecen al mercado, las culturas y las nuevas espiritualidades que empiezan a competir por ellos.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Eco, U ( 2016) Los límites de la interpretación. Edit. Lumen. Barcelona.
Gunder Frank, A (1990) Diez tesis sobre movimientos sociales. FLACSO. Bs. As.
Haraway, D (1984) Manifiesto Cyborg.
Heidegger, M ( 2007) La pregunta por la técnica. Edit. Folio. Barcelona.
Marx, K (1977) Crítica del Programa de Gotha. Edit. Progreso. Moscú.
McLuhan, M ( 2009) Comprender los medios: las extensiones del hombre. Edit. Paidós Ibérica. Madrid.
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