domingo, 15 de noviembre de 2009

El Despotismo del Pensamiento

EL DESPOTISMO DEL PENSAMIENTO

Por Freddy Quezada

I. Comprender es creer

Nadie nace adulto; nadie con bigote o con senos. Este hecho tan sencillo, equivalente a aquél de "todos somos mortales", significa también que todos los seres humanos antes de comprender, creemos. La cultura, así, es una hija directa del crédito de sus niñas/os.

Obedecemos, antes de razonar, por los procesos de aprendizaje a base de fe y órdenes que sufrimos (y que nos obligan a creer que nos satisfacen) durante nuestra niñez. ¿No nos dictan, por ventura, primero que nada, cómo caminar, hablar, comportarnos ante los demás, comer, dormir, llorar, defecar y hasta jugar? A partir de entonces, toda cosa o idea que nos impresione el espíritu, para bien o para mal, tendrán contenidos de creencia y seremos sensible a las afirmaciones (los fundamentos) sin reclamar las cadenas de preguntas mayéuticas propias de los infantes que, por cierto, siempre la han emparentado con Sócrates. Extraño destino de un filósofo que anunció el nacimiento de toda una manera de ver el mundo, las cosas y las personas con un método que, en puridad, no podía más que matarlas. La mayéutica es el más puro de los nihilismos a condición de que no se la detenga con ningún fundamento, con una orden, con una afirmación, con un corte o con una virtud.

Razonar, comprender y explicar, pues, no se entienden sin "creer" como un suelo epistemológico. Con esto queremos decir que los procesos cognitivos tienen por base una creencia sólida sin la cual se desploman todas las narraciones humanas, emancipatorias o no, científicas o literarias. Por ejemplo, este mismo discurso que hoy les presento, solicita vuestra credibilidad y su verdadera validez vendría de que ustedes no me la brindaran. Celebraría mi derrota, así, porque sería mi triunfo. En otros términos, me felicitaría que ustedes no creyeran nada de lo que a continuación hablaré.

II. El pensamiento es lenguaje

La afirmación de Wittgenstein (1995) de que el "pensamiento es lenguaje", es cierta, sólo en un sentido, porque el pensamiento no es "el" lenguaje. Es "uno" que domina a los demás (al arte, al silencio, los gestos, los lenguajes no antropomórficos). Una de las cosas que hizo Wittgenstein fue anular la filosofía de la conciencia y precipitar toda la reflexión hacia la filosofía del lenguaje. Desde él prácticamente empezó a explorarse en profundidad el papel del lenguaje, y por ende la lógica, en el pensamiento. Quizás este sea el único hilo que une a los dos Wittgenstein 1 : la obsesión por el lenguaje. Lo bueno del pensamiento como lenguaje es que limpia la atmósfera de una discusión interminable sobre las esencias y lo que después Bajtín llamaría las "polisemias". Ciertamente este triunfo de la lógica sobre la conciencia (que es tanto como decir el dualismo contra la especulación) preparó el terreno para el reino absoluto de las brutalidades del lenguaje binario.

Alguna vez le preguntaron a Octavio Paz, de seguro algunos impenitentes marxistas, a propósito de lo que hablamos, por qué la dialéctica no triunfaba en la mentalidad de los científicos. Paz les respondió que por los resultados. En todo el mundo de la informática, que todavía alcanzó a ver el poeta, el dominio absoluto era el de la lógica aristotélica, formal. Todos los demás lenguajes, desde entonces, tienden a parecérsele por obligación o por agrado. Ese es el punto. Vivimos una tiranía del pensamiento en su fase más brutal, como todas las simplezas.

Hay varios lenguajes que no sólo juegan entre sí (Wittgenstein, 1988) 2 sino que se jerarquizan entre ellos y traban relaciones de desigualdad y poder. Uno de esos lenguajes es el pensamiento, quizás el más poderoso. Hoy todos lo alaban porque su valor agregado le viene de su dominio cultural. De hecho, su estructura dicotómica (0 y 1), binaria, dual (ya descubierta por los estructuralistas) es la base de todo el negocio actual de la informática. Es un dualismo desnudo y eficaz. Lo demás, es lo "otro", lo diferente y lo subordinado, lo paradójico y lo especulativo, la poesía y la religión. El pensamiento terminó siendo positivo, lógico y formal para felicidad de Frege, Russell y Whitehead. Pero su triunfo preciso es su derrota. Marca lo más alto del pensamiento, en efecto, exactamente donde empieza a caer, como los picos de una curva normal.

III. La narración es poder

El despotismo del pensamiento, como un lenguaje, sobre los demás, ha humillado quizás lo mejor del ser humano, como las burbujas de sus silencios, ha envilecido la nobleza más inexplicable de sus dolores, ha hecho sirvientas de sus placeres a los lenguajes no humanos, ha pervertido al arte y mancillado todos los gestos de unos cuerpos que ha terminado por disciplinar. Esta relación ha empobrecido enormemente al pensamiento desde Sócrates hasta hoy, al menos en nuestra cultura. Antes, en la Europa pre-socrática, así como en las culturas orientales, el pensamiento era y es un modo, entre otros, de expresarse, pero no el único ni el más importante. Pensar es la actividad más flaca que ejercen las culturas gráficas y cuando los otros lenguajes tienen la libertad de expresarse nos asombran (a veces también nos horrorizan) por la energía y los códigos que encierran.

Lo mejor que ha podido hacer el pensamiento desde que gobierna es narrar. Por eso, cuando entran en crisis los metarrelatos, lo que se quebranta no sólo es una cultura sino todo el modo en que se basa, en nuestro caso, en el pensamiento.

Las narraciones de cualquier tipo en la cultura occidental siempre han tenido por cielo, la promesa y por medios, al menos las últimas, la acción. De esto no escapa ni siquiera la ciencia. Es más, a ella probablemente se le deban muchas de sus perversidades. Narrar siempre ha sido un poder o un contrapoder que es lo mismo. En el teatro del mundo, los personajes se reparten y cada cual tiene asignado su papel en un guión ordenado que puede ser trágico o feliz, lo que menos importa, pero que debe ser ejecutado desde un lado o desde otro. Tal es el poder narratológico.

Hubo una época que la modernidad creyó en la ilusión del tiempo rectilíneo depositando todas las raíces, que ella misma borraba, en el futuro, para reconciliarse y hacerse perdonar por ellas. Aún EEUU piensa así.

IV. El pensamiento es tiempo

Krishnamurti (1990:26) 3, decía, a propósito de lo que estamos hablando, que el "pensamiento es tiempo". El pensamiento nace con la conciencia que divide al observador de lo observado. Esta sencilla crítica, de origen budista, la misma que están encontrando hoy los físicos como Capra (1992), Bohm (1992) y Pribran, es la que constituye también el pensamiento, que no es más que memoria y pasado que se repite a sí mismo eternamente en relatos aburridos, que se sustituyen unos a otros buscando la fuente originaria del placer y la felicidad que se pierden cada vez y cuando. A ello debemos no ver nunca el presente y siempre estar comparando y juzgando por algo que una vez vimos u oponerle el "deber ser". Es la lógica del deseo.

El deseo, según la tradición budista, es la base del dolor y el placer. El placer, que no se siente cuando se efectúa, es el que produce dolor cuando uno quiere repetirlo y no lo consigue. Buscar cualquier cosa o causa, por ejemplo, una de las actividades favoritas de occidente, hace más grande la búsqueda y buscar "no buscar" la hace más grande todavía. Aquí se anula todo pensamiento. No hay división entre el observador y lo observado. Y el modo de disolverse uno en otro es hacer cesar el pensamiento, el tiempo, el lenguaje.

De tal manera que bien podríamos encadenar una familia de afirmaciones. Si el pensamiento es narración y tiempo, y estos la base de su dominio sobre los demás lenguajes, entonces por qué no dejar de pensar, para que penetren todos y caminar sin destino; ver, por ejemplo, a una perra de espaldas a un pájaro; reconocer una gota de silencio en un dedo; regalar una pintura donde somos vértigo y vacío; saludar el silbido de una hoja; partir una lágrima por la mitad para encontrar la sonrisa de una desconocida; enviar a uno de mis "yo" a buscar en medio de la tormenta a Josefina Saldaña; dejar caer mi cabeza para siempre en los hombros de Andrea; callar...

NOTAS

1 Como se sabe, Ludwig Wittgenstein tiene dos cortes en su pensamiento perfectamente separables entre sí. Algunas escuelas consideran que este Wittgenstein es el más pobre por su afinidad con la filosofía analítica, el positivismo y el logicismo formal de Frege y Russell. Pocos advierten en este Wittgenstein su maestría para el dominio de la paradoja sobre todo con ese cierre del Tractatus…. Hay un autor, John Wisdom, del que personalmente no tengo noticias que, al parecer, desarrolló mucho esta faceta del maestro.

2 Esta segunda obra, separa a este Wittgenstein del anterior. Muchos piensan que es el más fecundo. Los "juegos del lenguaje" y sus "reglas" pasan a ser el centro de gravedad de todo su pensamiento. Este Wittgenstein influenciará a dos corrientes usualmente indiferentes entre sí, cuando no hostiles, al pragmatismo anglosajón (Austin, Pierce, Searle, Rorty) y al postestructuralismo francés (Lyotard, Lacan, Deleuze, Baudrillard). Quizás sea Jacques Derrida, otro de sus discípulos, quien ha servido de "bisagra" para articular estas dos tradiciones. Acaso por ello Derrida sea tan popular en los círculos académicos norteamericanos

3 Este es un autor muy novedoso en nuestro medio y cultura. Tiene una gran cantidad de obras publicada por sus discípulos o editoriales que practican sus enseñanzas. No debe ser confundido como un líder religioso, aunque su cultura está fuertemente basada en el budismo más clásico de la India. Krishnamurti ha ganado celebridad en los últimos tiempos, entre los lectores occidentales, debido, sobre todo, al reconocimiento que le han hecho muchos sabios físicos que tuvieron la oportunidad de dialogar con él sobre los grandes temas de la física y la epistemología: el tiempo, el pensamiento, el vacío, la dualidad, la memoria, etc.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

BOHM, David (1992) La totalidad y el orden implicado. Editorial Kairós. Barcelona

CAPRA, Fritjof (1992) El Tao de la física. (Una Exploración de los Paralelos entre la Física Moderna y el Misticismo Oriental). Editorial Carcamo. Madrid

KRISHNAMURTI, Jiddish (1990). Más allá del tiempo. (Conversaciones con David Bohm).

WITTGENSTEIN, Ludwig (1995) Tractatus Logico-Philosoficus. Alianza Editorial. Madrid.

WITTGENSTEIN, Ludwig (1988) Investigaciones Filosóficas. Editorial Grijalbo. Barcelona.

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