domingo, 15 de noviembre de 2009

Sobre el pensamiento latinoamericano

PRESENTACION DE "LA IDEOLOGIA ENTRE EL PODER Y LA HISTORIA"

Por Freddy Quezada

Sólo en los últimos tiempos, es que se ha descubierto que la historia escrita de Nicaragua estaba muy ideologizada. Esa historia que aprendimos los de mi generación y la siguiente, a base de gestas, fechas memorables y personajes patilludos. Los análisis históricos que conocemos han estado a cargo de estudiosos que a su vez han sido, o son en el momento de su ejecución, militantes de un partido o se sienten orgullosos de abrazar una ideología que no se preocupan de ocultar en sus trabajos, echando a perder la mejor de sus hipóte­sis. Así, conocemos una historia del liberalismo, como doctrina, contada por sus adversarios conservadores o, al contrario, una del conservatismo analizada por liberales. Por ejemplo, José Dolores Gámez (1975:8), un clásico historiador de nuestro país, dice en su introducción a su obra Historia de Nicaragua: "Mi estudio, pues, aunque sin alterar en nada la veracidad de los hechos, ha sujetado sus observaciones a un criterio democrático liberal, que es el de la época actual en Nicaragua". Por su parte, Carlos Cuadra Pasos (1977:404), en sus Obras históricas, se define a sí mismo como "Soy, o creo ser, un pensador que ordena sus pensamientos políticos dentro de la teoría del conservatismo".

Los marxistas y semi-marxistas tampoco se libraron de este vicio (Núñez, 1983; Buitrago, 1983); analizan su historia y la de sus adversarios con una perspectiva más bien maniquea y positivista. Es decir, justifican su aparición por la necesidad de un desarrollo tenido por inevitable donde sancionan como legítimos sus actos y censura­bles los del enemigo. Por supuesto, existe también la versión propia de cada uno en la que podríamos decir que se absuelven, con más o menos inteligencia, de los cargos de sus opositores; sin duda, es muy difícil, casi imposible, ser juez de la propia causa.

Ahora, tenemos ante nuestra vista un nuevo intento, en forma de cinco ensayos, del historiador Karlos Navarro. El autor pertenece a ese linaje de historiadores nuestros angustiados siempre por la violencia, ideologización y atraso de nuestro país. Sin decirlo, Karlos Navarro parte de un principio, muy heurístico entre cierta familia de historiadores (entre los que se cuenta Rafael Casanova), y es aquel que dice que la historia la escriben los vencedores (en especial los que saben leer, escribir, buscan o poseen poder, armas y dinero). En realidad, hay que hacer un esfuerzo gigante para atisbar siquiera una parte de la historia de los vencidos. Quizás en este sentido, la obra que me honro en presentar, sea una iniciativa saludable.

Nicaragua, como muchos países latinoamericanos, ha vivido y vive bajo una eterna copia de los modelos europeos y norteamericanos. Pero esa copia, casi siempre, termina presentándose más pervertida aún que la original. Alejo Carpentier, en una de sus novelas más célebres, no deja de asombrarse y asombrarnos de cómo la doctrina de la revolución francesa sirvió, en Haití, para justificar la esclavitud o, en Nicaragua, la Dictadura de Zelaya; o Heinz Sonntag, un sociólogo alemán-venezolano, trata de hacernos creer inútilmente que nuestro marxismo fue "creador en su imitación", algo que ni siquiera los propios ex-marxistas latinoamericanos dicen. Y, ahora, el neoliberalismo, con todo y su discurso democrático, no sea más que una dictadura "light" o un autoritarismo blando.

Navarro ilustra bien esta trayectoria en su examen sobre las fuentes teóricas y doctrinarias del conservatismo y el liberalismo y su desembocadura en las paralelas históricas y partidarias de nuestro país, muy unidas a la profundización moderna de nuestra violencia estructural. Y es curioso que, por primera vez entre los historiadores, busque una fuente no occidental en sus alternativas, como la de Mahatma Gandhi y su no violencia.

Recordemos que América Latina es una cultura occidental, sí, pero de segunda, como esa ropa usada, pero de marca, que venden nuestros mercados para abrigar a bajo costo a nuestros desnudos.

A diferencia de Africa y Asia, culturas sólidas y vivas, a pesar de ser dominadas muchas de ellas institucionalmente por Occidente (que cubre desde Vladivostok hasta San Francisco), América Latina no puede considerarse puramente "otra", como sí lo son (y no lo podemos saber) los árabes, los indios, chinos y japoneses, que representaron en su momento al "otro" europeo como prolongación de sí mismos (como dice Edward Said), sea por su propio miedo de ayer (cuando consideraron inferiores a los "orientales") o el deseo de ser sabios hoy (cuando los consideran superiores); en ambos casos, siempre escapando de sí mismos, por medio de la construcción de sus deseos, renunciando Europa a reconocerse en lo que es: efímera.

América Latina, a contrariu sensu, jamás ha rehuido la búsqueda de su identidad pero, europea hasta la mitad, ha creído siempre que existe y que es imperativo encontrarla. No nos hemos dado cuenta que no somos la construcción de Europa, como sí son los "orientales", sino, desde que hablamos sus lenguas y, por tanto, pensamos, somos parte de ella. De ahí las copias, las quejas, las aberraciones, los monstruos, los híbridos, los mutantes, en las zonas más extremas y débiles del Occidente en que estamos, todos, bajo máscaras ridículas del discurso eurocéntrico. Por eso en las discusiones contemporáneas entre los postcolonialistas árabes, indios y chinos, los latinoamericanos no tenemos participación. Nosotros somos parte del verdugo, no de las víctimas. Más exacto: parte meñique, perfectamente despreciable, del tirano.

Se me ocurre que la tentativa de romper con las tradiciones de nuestra cultura occidental lunar, por refleja y pálida, aunque a veces llena y romántica, inicie una nueva era entre nuestros historiadores, como el mismo Karlos Navarro explora en su último ensayo sobre el pensamiento filosófico latinoamericano y nicaragüense, para que de una vez por todas definamos, al fin, quiénes somos y descubramos, después, que era mejor nunca saberlo.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

BUITRAGO, E. (1983) Resumen esquemático del estudio acerca de la historia de los partidos políticos en Nicara­gua. Consejo de Estado de Nicaragua. Simposio sobre partidos políticos. Héroes y mártires de Enero. 17 págs. mimeo. Managua.

CUADRA, C. (1977) Obras II. Fondo de Promoción Cultural. Banco de América. Managua.

GAMEZ, J.D. (1975) Historia de Nicaragua. Fondo de Promoción Cultural. Banco de América. Managua.

NUÑEZ, O. (1983) La función histórica de los partidos políti­cos. Consejo de Estado de Nicaragua. Simposio sobre partidos políticos Héroes y mártires de Enero. 12 págs. mimeo. Managua.

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