martes, 17 de noviembre de 2009

El Caos como Sistema y las paradojas de la Tolerancia


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EL CAOS COMO SISTEMA Y LAS PARADOJAS DE LA TOLERANCIA

Por Freddy Quezada

I. LA PARADOJA

Una vez le dije a una fresca muchacha que tomaba café conmigo si quería ver la fotografía de Dios. Procedí a enseñarle la ilustración de un libro escrito por un físico cuántico y un doctor en estética (Briggs y Peat, 1990:98-101) en el que se preguntaban con extrañeza por qué en los gráficos fractales, ampliados en todos los tamaños, aparecían sitios hasta en los más pequeñísimos filamentos, donde siempre se dibujaba una figura negra con la caída de números iterados no lineales, especie de "ocho gordo" o "buda", como le llamé entonces para impresionarla. Esos autores decían que la ciencia de hoy está descubriendo algo que ya las religiones orientales habían dicho: el todo está en las partes.
Desde Baudelaire se intuía que "en el instante está lo eterno". En teoría del lenguaje a este fenómeno se le llama sinécdoque, algo así como decir que el universo todo ya está en Macondo, Comala, Yoknapatawpha, Managua o en un "trozo de azul que tiene más intensidad que todo el cielo", como decía nuestro poeta Alfonso Cortés; en filosofía puede fácilmente ser confundido, sino se aclaran las diferencias, con la escatología hegeliana de los momentos fenoménicos del Espíritu Universal.
Octavio Paz (1985) dijo que algunos pensadores alemanes (Heidegger, Nietzsche, Hesse, Schopenhauer, Novalis) quisieron establecer un puente entre Oriente y Occidente y todos ellos perecieron al despeñarse en ese abismo. Al parecer el poeta se equivocó. Hoy, al revés, pueden ser considerados como los pioneros de esos intentos.

Aunque hay que decir que ahora la vieja filosofía Oriental está retomándose por Occidente lamentablemente bajo formas pervertidas. La adoración hinduista por el presente se ha convertido en el hedonismo sin sentido; al mercado se lo presenta como el Nirvana social (Von Mises, 1976); el eterno retorno se lo juzga como el regreso aburrido al pasado; el brillo de los fragmentos se leen como esquizofrenia (Jameson, 1985); la identidad descansa sobre la infinita variedad del consumo antes que en el espacio/raíz; la "metalepsis", sustitución de efectos por causas, (Spivak, 1990:23), ahora en crisis, no la entiende nuestra cultura de lógicas causales; la epistemología del "yin yang" de la que habla Morin (1988), donde dentro del yin hay un yang y dentro del yang un yin y a su vez dentro de cada uno de ellos está siempre el otro, como un reflejo infinito de espejos, termina empobrecida con el dualismo platónico; al postmodernismo, sin diferenciar ramas, se lo acusa de "budismo agónico" y hasta algunos físicos cuánticos, como denuncia uno de sus colegas (Pagels, 1991:319), creen ver en sus descubrimientos últimos las enseñanzas de Gautama y del Zen. ¿Por qué está pasando esto?

Tiene que ver con la sinrazón de la razón. La razón siempre ha desprendido su poder de explicación de sí misma. Es inmanente. Tiene la "desgracia" de no esperar de fuera sus justificaciones, como trascendencia, tal como hacen las religiones.

Sin embargo, cuando se le introducen las paradojas su estado llega a condiciones basales cero, entonces la razón se destruye a sí misma en racionalidades infinitas (Weber, 1968) dando paso a las realimentaciones entre sus fragmentos produciendo una turbulencia, polvaredas de imaginarios o "nubes de pensamiento" como las llama Lyotard (1992:18-19). Las contradicciones en este nivel ya no se pueden superar, aquí es donde se revela que con un truco de trascendencia reconciliante (Hegel/Marx) la razón se reencuentra "astutamente" con la religión en un punto del tiempo y se descubre no lo que siempre la separó de ella sino lo que siempre estuvo oculto como continuidad entre la una y la otra. Es Aristóteles y Moisés dentro de Descartes.

Nadie como dos historiadores de la religión medieval europea han explorado esto: Eco con su novela "El Péndulo de Foucault", al reirse de la decadencia del racionalismo que termina emparentándose con las sectas más esotéricas y Kolakowski que ha descubierto la continuidad de la religión en la razón (1986) algo también advertido con vergüenza entre la ciencia y la religión por Russell (1969:84-112) hasta el grado de lamentarse de la falta de "fe científica" (contradictio in objecto) de sus colegas de la post-guerra.

La paradoja como principio tiene una larga trayectoria. "Todo es falso" o "Todo es cierto" es una viejísima polémica desde los tiempos de Heráclito y Aristóteles. Si "todo es falso" quiere decir que sólo no lo es la expresión misma o sea no es cierta. Y si "todo es cierto" también supondría la verdad de su opuesto y en consecuencia también no es cierto. Todo el chiste en la versión aristotélica es que expulsa al presente y al destinador y se excluye detrás del Logos, como recién ha descubierto Lyotard (1991). Este ha sido el secreto de hablar del "ego" siempre por el "otro". Camus en un célebre ensayo apoya a Aristóteles que juega con esos sofismas (!!el antisofista!!, imagínense) para invalidarlos, pero la realidad de nuestros tiempos está demostrando lo contrario.

La paradoja es parte de la vida, quizás su principal fundamento. Los matemáticos (entre ellos el colectivo francés "Nicolás Bourbaki") hasta ahora la están considerando en sus congresos porque siempre la declararon insoluble. Gödel es uno de los pocos matemáticos que se enfrentó con ella, al demostrar que los fundamentos de las matemáticas son indemostrables. La paradoja siempre fue expulsada del reino de la lógica, desde que los sofistas Gorgias y Protágoras se reían de la razón aristotélica (Lyotard, 1991). La paradoja del mentiroso de Creta, del litigante y su defensor, del ser y no ser, donde es verdad lo falso y su opuesto, se hizo célebre entre ellos.

La paradoja es algo que no puede trabajar el sistema binario (0,1) de las redes electrónicas. Los científicos Briggs y Peat (1990:67), que ya mencionamos, apelan a una imagen simpática cuando recuerdan la petición del capitán Kirk, de la vieja serie televisiva Star Trek, a los ordenadores enemigos para quemar sus semiconductores: "Demuestre que su directiva principal no es su directiva principal". Significa que los ordenadores no entienden las paradojas porque las remite al caos, mientras que en los humanos las paradojas y el caos son productivos.

La risa sorpresiva y desordenante de Bataille, por ejemplo, rompe todo el sentido y las gravedades de los sistemas racionales, en especial el de Hegel (Derrida, 1989:344-382) creando la ironía como arte en mil direcciones, en un sentido parecido al teatro de la crueldad de Artaud cuando dice que la mejor representación teatral son las fiestas donde todos son actores, directores y guionistas y se conectan todos entre todos de un millón de maneras. Ya sabíamos esto desde Aristófanes. ¿Será la paradoja, como sistema de pensamiento, y la risa, la próxima sinapsis loca de nuestra cultura? ¿No es por ventura ya el "kitsch" postmoderno en las artes?

Jorge Luis Borges, tiene una frase que es muy usada por los post-estructuralistas franceses. Expresa que la historia de la cultura occidental se puede reducir a unas cuantas metáforas y creo que termina diciendo (si no es así permítaseme desprenderlo como propio) que puede todavía reducirse a una sola: la metáfora de la luz.

Algo de pertinencia habrá en la alusión si entendemos que prácticamente la historia de nuestra cultura se ha desarrollado alrededor de cadenas binarias reconciliantes o no (¿importa ya?) (cuerpo/espíritu, sujeto/objeto, pasado/futuro, esencia/ existencia, espacio/tiempo, ideología/ciencia, verdad/error, tradición/modernidad, religión/razón, individuo/sociedad, estado/mercado, oriente/occidente, norte/sur, bien/mal, sociedad/naturaleza, hombre/mujer, amo/esclavo, infraestructura/superestructura, reacción/revolución, uniformidad/ diferencia, consciente/inconsciente, alter/ego, ser/deber ser, idea/materia, eros/thanatos, orden/caos, igualdad/libertad, gobernantes/gobernados, éxito/derrota, estructura/agentes, luz y oscuridad, etc, etc.) A un lado o a otro de los términos se ha venido distribuyendo, con violencia como diría Lévinas, la luz (con más fuerza desde el Iluminismo, pero desde antes por la racionalización del maniqueísmo) según el espíritu de la época y el poder explicativo de los vencedores. 

Hay algunos que, con el viejo recurso del punto medio, a lo "Etica a Nicómaco", han creído remediar la situación distribuyéndola cómodamente a ambos lados como "tensiones" creativas o "dialógicas" entre el exceso de identidad del ego (estructura) y el riesgo de disolverse en el otro (agentes) (Giddens, 1990:254-287; Bürger, 1991:120; Touraine, 1994:217; Morin, 1988:30). Todavía en Nicaragua hay un fondo del radionoticiero más viejo del país, que me recuerda siempre el calor soporífero de mi niñez, con una melodía marcial norteamericana de fondo que recita casi textualmente algunas de estas dualidades.
Alfred Whitehead, un filósofo y matemático inglés, dijo en algún lado que, viendo las cosas como lo estamos haciendo, prácticamente desde el dualismo de Platón, la ciencia y la filosofía occidental no ha venido nada más que variando una misma melodía. Marcel Proust manifestó también algo parecido en su célebre obra "En busca del tiempo perdido", diciendo que las ideas de todos los hombres podían reducirse a unas cuantas y que no entendía cómo podía ser con tantos millones de personas con capacidad para pensar. Camus en el mismo orden expresó en "Moral y política" que nuestra cultura es simple en sus principios y complicada en sus detalles. !Miserias de nuestra cultura por la parte europea que nos corresponde! No hay centros, ni mucho menos dualidades como dice Derrida (1989:383-401) a propósito de Levi-Strauss, sino una polvareda, un bosque de ejes no lineales sobre las cosas y los seres, como le agregaría yo.

II. TOLERANCIA Y DEMOCRACIA

¿Qué tiene que ver todo este "viaje" con el sencillo despegue de la tolerancia?
La democracia es la diferencia en el sentido que Durkheim examinó a la sociedad orgánica y Weber a la modernidad europea. Uno de ellos decía que el fruto de la división social del trabajo era la diferencia de los distintos puntos de vista equilibrados por la tolerancia que había tenido su propia historia desde las guerras de las religiones. Pero también la diferencia es caótica y sus productos se realimentan negativamente (regulándose a lo "efecto termostato") o positivamente (amplificándose hasta el desorden a lo "ruido chirriante") produciendo lo "otro" múltiple, que a su vez se bifurca en nuevas realimentaciones creando árboles coposos de sentidos, sólo frenados por el pensamiento de regresión lineal, como hacen las rectas estadísticas que ajustan una nube de puntos. "El pensamiento es precisamente lo que pone freno a las ideas, que por sí mismas tienden a desplegarse sin freno y a ocupar todo el espacio. Las ideas proliferan como pólipos o algas, y mueren asfixiadas bajo la frondosidad de su propia vegetación" (Baudrillard, 1992:156).

He explorado durante años la crisis famosa de paradigmas que atraviesa nuestra cultura y una de las cosas que me he preguntado siempre es por qué la democracia moderna no encajaba bien en este caos (o es su fruto?) y que la tolerancia de todos los juicios, incluyendo la intolerancia, como su correlato, era toda una paradoja alguna vez tratada desde diferentes ángulos, hasta donde he leído, por dos autores muy apreciados: Norberto Bobbio y Leszek Kolakowski. En términos sociales es posible explorar algunas ideas de la teoría del caos y del sistema de paradojas (fijaos en la contradicción absurda hasta en los términos) empezando por recordar las célebres antinomias de la igualdad en Rousseau ("obligar a ser iguales incluso a quienes no lo desean") o la de la libertad en Saint-Just ("ninguna libertad para los enemigos de la libertad").

Bobbio (1986) decía en un aparente sin sentido, que en la fragilidad de la democracia está su fuerza, aceptando la paradoja como solución práctica en las sociedades modernas. Kolakowski (1986:115), en otro sentido, enumera cuatro tipos de tolerancia: "la tolerancia por convencimiento, la tolerancia por indiferencia, la intolerancia por convencimiento y la intolerancia por indiferencia". Termina señalando las paradojas a que se han visto sometidas estos cuatro tipos de tolerancia, que no son más que las de la democracia, incluyendo la primera que considera su favorita. ¿Podemos ser tolerantes con los intolerantes? Si lo somos, ponemos en peligro la tolerancia y si no, los intolerantes somos nosotros. ¿Qué hacer con este dualismo, también !por todos los cielos!, irresoluble? Aprender a navegar en esos "rápidos" de la lucha social o en esas "tormentas" con la paradoja a cuestas y una suerte de bricollage ético.

III. EL CAOS

La única promesa de la Ilustración cumplida fue la secularización como dice Barbero (1994) y las dos únicas que no ha cumplido, en una visión totalmente opuesta, son las que dice Pagels (1991): el control del clima y la simulación del cerebro en la que, de hecho, ya está trabajando la Inteligencia Artificial (IA). Morin (1988), por su parte, piensa que las ciencias todavía no han podido resolver dos misterios: el del ser y la muerte.

Cumplidas o no, lo cierto es que las promesas de la Ilustración, de las que el marxismo fue su más radical continuador, descansaban sobre la persecución de una sociedad reconciliada, igualitaria, libre, abundante, tecnológica y feliz. Todos daban por descontado que tal día llegaría. Hoy, al contrario, la preocupación de los científicos es saber el día que desaparecerá la tierra y todo el sistema solar por la culminación del "big bang" y su efecto contráctil. Aquellos prometieron ilusamente la vida plena al final de los tiempos, estos, la muerte más absoluta ¿No es toda una locura parecida al lamento del físico y el esteta (Briggs y Peat, 1990:147) de que mientras la mayor parte de los científicos están a punto de controlar ciertos secretos del tiempo que lo creen reversible, Prigogyne (1991), al revés, revuelva todo y hable de la imposibilidad de regresar a las condiciones iniciales de las estructuras disipativas por efectos de la "barrera entrópica"?

Hay tres revoluciones científicas modernas ninguna de las cuales es reducible a las otras porque no nacieron ni se desarrollaron de un modo lineal: a) la mecánica newtoniana que fundó la causalidad científica y el principio logicial del "todo como la suma exacta de las partes": Dios era matemático; b) la relatividad einsteiniana vs la cuántica bohrniana, donde para aquellos actuaba el principio sinérgico del "todo como algo más que la suma de las partes" y para estos el universo estaba regido por las probabilidades y las incertidumbres: Dios jugaba a los dados; y c) la teoría de los fractales (caos) mandelbrotiana cuya concepción hologramática (bucle recursivo) está llevando a creer que el "todo está en las partes que están en el todo": Dios está en todos lados y en ninguno.





Esta última es la que puede brindar perspectivas nuevas a las ciencias sociales. Ya la están explorando algunos antropólogos franceses como Balandier (1990) y otros estudiosos norteamericanos.
La teoría del caos [1] es como una derivación de la segunda ley de la termodinámica y la entropía pasiva descubierta por Boltzmann e intuida por Poincaré. Hoy tiene distintas vertientes que sumariamente podemos resumir así: Verhulst con sus iteraciones de ecuaciones de crecimiento no lineales (Xn+1 = NXn [1-Xn]); Lorenz (1976) [2] con su "efecto mariposa" al variar infinitesimalmente las condiciones iniciales del clima; Mandelbroot (1982) con su geometría de fractales; Peano con su curvatura de las líneas; Thom (1990) y su teoría de la catástrofe; Prigogine (1991) con sus estructuras disipativas alejadas de todo equilibrio; Cantor con sus polvaredas de series de números infinitos; Gödel con la "demostración" de sus 52 teoremas matemáticos "indemostrables"; los números aleatorios y la duplicación de períodos de Feigenbaum (1978) a partir de la aplicación iterativa del Pi a las ecuaciones no lineales; Margulis (1986) con su teoría biológica antidarwinista de la cooperación; etc. Todas estas vertientes se están aplicando en varias ciencias simultáneamente (matemáticas, física, astrofísica, estadística, biología, química, economía, antropología, etc.) y pueden orientar a las ciencias sociales de una múltiple manera.

IV. A MODO DE CONCLUSIONES

1. La paradoja de la paradoja es que reafirma el dualismo que cuestiona. Ella misma es una binariedad pero que la hace estallar en direcciones caóticas.

2. La tolerancia, como democracia, hay que defenderla no porque sea la única ni siquiera la más racional de las salidas, sino porque es un nudo de flujos encontrados parecidos a las múltiples corrientes marinas, un solitón como las que provocan los tsunamis, que se han puesto de acuerdo consigo misma, se levanta y corre.

3. El presente es la única dimensión donde coinciden el tiempo y el espacio y la paradoja no es más que la inclusión del tiempo en la lógica.

Con las otras dimensiones no sucede así. Desde Aristóteles el presente siempre ha sido expulsado o subordinado a los otros tiempos. El presente es rico en propiedades, en diversidad, en pluralidad, en colores, que al realimentarse a sí mismo estalla en nuevas diferencias totalmente espaciales y caóticas, de aquí que el problema de identidad, al menos el latinoamericano, tenga que ver más con el estar (raíz) que con el ser en el tiempo.

4. No hay futuro que ilumine desde él mismo los anteriores momentos. El presente ha llegado a ser lo que es. Por eso la gran pregunta de la filosofía de hoy es: ¿Qué es lo que es?

Pero es una interrogante que la ha trabajado más la filosofía hindú. Krisnamurti, por ejemplo, dice que todo el problema occidental es la búsqueda por la búsqueda misma. No hay que buscar nada. Cómo los occidentales, se pregunta con una terrible sencillez, pueden "buscar" algo que no conocen y si ya lo conocen por qué lo "buscan". Lyotard (1984; 1991) dice algo parecido aunque con sus pesadas e insoportables claves occidentales. Expresa más o menos que las ciencias "buscan" reglas, normas, leyes y que al hacerlo, paradójicamente, las emplean. !! ¿Cómo puede ser? !! Buscar unas leyes que se usan para encontrarlas. [3] Es que "abrir puertas", como dice George Steiner en su obra "El Castillo de Barba Azul", es la virtud que se convirtió en vicio en Occidente hasta que termine por abrir la última: la de los cadáveres.

Ya que de confesiones sobre paradojas trata este bosque de ideas, para terminar por donde empezé y aunque nadie quiera saberlo, confesaré que la chica del café es mi novia. Y si supieran lo perfecta que es, incluyendo su único defecto ... que soy yo.



REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS


Balandier, G. (1990) El desorden. La teoría del caos y las ciencias sociales. Gedisa. Barcelona.
Barbero, J. M. (1994) VII Congreso de Facultades de Comunicación de América Latina. Ponencia. Octubre. Video. Colombia.
Baudrillard, J. (1993) La ilusión del fin. Anagrama. Barcelona.
Bobbio, N. (1986) El futuro de la Democracia. F.C.E. México.
Briggs, J. Peat, F. (1990) Espejo y Reflejo. Del caos al orden. Gedisa. Barcelona.
Bürger, Peter (1991) "Aporías de la estética moderna". Nueva Sociedad. No. 116. Caracas. (112-121)
Derrida, J. (1989) La Escritura y la Diferencia. Antrophos. Barcelona.
Feigenbaum, M. (1978) "Quantitative Universaly for a class of Non linear Transformations". Journal Statistical Physical. No 19.
Giddens, A. (1990) "El estructuralismo, el post-estructuralismo y la producción de la cultura" en Anthony Giddens y Jonathan Turner (eds.) en La Teoría Social Hoy. Alianza Editorial. Madrid; págs:254-287.
Kolakowski, L. (1986) Intelectuales contra el intelecto. Tusquets Editores. Barcelona.
Lorenz, E. (1976) "Deterministic Non periodic Flow". Journal Atmospheric Sciencies. No 20.
Lyotard, J.F. (1984) La Condición Postmoderna. Cátedra. Teorema. Madrid.
--- (1991) La Diferencia. Gedisa. Barcelona.
--- (1992) Peregrinaciones. Cátedra. Teorema. Madrid.
Mandelbrot, B. (1982) The fractal Geometry of Nature. San Francisco. Freeman Press.
Margulis, L. (1986) Microsmos. New York. Summit Books.
Morin, E. (1988) El Método III. El conocimiento del conocimiento. Cátedra. Teorema. Madrid.
Pagels, H. (1991) Los sueños de la razón. Gedisa. Barcelona.
Paz, O. (1985) Pasión Crítica. Seix-Barral. Barcelona.
Prigogine, I. (1991) El nacimiento del tiempo. Tusquets. Barcelona.
Russell, B. (1969) Perspectiva científica. Ariel. México.
Spivak, G. CH. (1990) The post-colonial critic. Routledge. New York & London.
Thom, R. (1990) Estabilidad estructural y morfogénesis. Gedisa. Barcelona.
Touraine, A. (1994) Crítica de la Modernidad. Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires



[1] Cuando se realimentan ecuaciones no lineales, por ejemplo con la sencilla fórmula de Mandelbrot (Z2+ C = cualquier número) y se itera muchas veces, por lo común se producen cuatro fases ascendentes y en cuya última se pueden graficar fractales parecidos a cuadros surrealistas. Las fases que a su vez se reenganchan entre sí son: el punto fijo, el ciclo límite, los atractores extraños (toros) y la turbulencia (caos) propiamente dicha.
[2] Muchos teóricos del caos al apoyarse en que el todo está en las partes se asombran que la más ligera variación en las cosas diminutas puedan producir el caos. Edward Lorenz, un meteorólogo, trabajando ecuaciones no lineales para predecir el clima, con cadenas de 16 decimales redondeó el último y obtuvo un efecto inesperado de tal manera que los gráficos no se parecían el uno al otro. Aún hoy el ordenador más potente no pasa de 30 decimales y al cabo de 100 iteraciones los resultados vuelven a ser caóticos. Entonces dijo que era imposible predecir el clima porque el aleteo de una mariposa en Hong Kong podía generar un tormenta en Nueva York. A esto se le llama hoy el "efecto mariposa". "La información faltante", así denominada la carencia, en la cadena de decimales es el "todo", es decir, la vida. Por eso todos los sistemas son abiertos y se realimentan unos a otros con una "entropía activa" como la llama Prigogine.
[3] Touraine (1994:39) lo dice textualmente de este modo: "El pensamiento modernista pertenece a un mundo gobernado por leyes naturales que la razón descubre y a las cuales la razón misma está sometida". Morin (1988:26) descubre el truco pero para justificar la epistemología: "el conocimiento no puede ser un objeto como los demás ya que es lo que sirve para conocer a los demás objetos y lo que le sirve para conocerse así mismo."

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