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EL TAO DEL SISTEMA
Por Freddy Quezada
Si uno es inteligente, sufrirá si alguien le dice que es un imbécil. Pero si uno de verdad es un imbécil, querrá siempre dejar de serlo. Un círculo así sólo se rompe si todos fuéramos de verdad inteligentes, pero no serviría de nada, pues ya no habrían imbéciles y así desaparecerían todos los inteligentes. O que, de verdad, todos fuéramos imbéciles, pero, también, qué importaría si no habría nadie que nos lo hiciera ver.
Nosotros somos los defensores de los explotados, pero queremos vivir secretamente como los explotadores.
Nosotros necesitamos presentar a unos explotadores que no se nos parezcan en nada, aunque sepamos que cada explotado quiera vivir como ellos.
Nosotras somos las que condenamos la opresión de las mujeres, pero las que maltratamos a nuestras empleadas domésticas o simplemente a otras mujeres.
Nosotros defendemos a la niñez, pero golpeamos a nuestros hijos.
Nosotras defendemos a los animales, pero destripamos a los gatos y pateamos hasta morir a los perros.
Nosotros escribimos para los otros que escriben, no para quienes no saben hacerlo.
Nosotros amamos a la Humanidad , al Género, a las Clases Desposeídas, a la Naturaleza , al "Otro/a", pero somos incapaces de amar de verdad a alguien con apellido
Nosotras, que deseamos siempre lo que nos falta, no sabemos ver que ya lo tenemos.
Nosotros defendemos la naturaleza, pero puestos a elegir entre una bicicleta y un auto, imaginen qué preferimos.
Nosotras queremos cambiar el mundo, pero somos incapaces de dejar de fumar.
Nosotros llamamos a luchar hasta morir por nuestras ideas, pero nos rendimos ante la primer cerveza.
Nosotras somos las que condenamos al capitalismo, pero quienes lo consumimos.
Nosotros somos los que exigimos la justicia en la calle, pero quienes la negamos en la casa.
Nosotras somos las que rechazamos a la religión alienante, pero tenemos a nuestros hijos en colegios religiosos.
Nosotros somos los que no creemos en Dios, pero caemos de rodilla ante lo desconocido.
Nosotras somos las que creemos en Dios, pero no creemos en el desconocido.
Nosotros creemos en la ciencia, pero nos curamos con hierbas, magia y oraciones.
Nosotras creemos en la medicina alternativa, pero con el más pequeño dolor corremos al médico.
Nosotros somos quienes exigimos igualdad, pero la negamos cuando nos creemos únicos.
Nosotras, que nos creemos diferentes a los demás, reclamamos igualdad frente a los otros diferentes.
Nosotros, que nos creemos iguales a los demás, reclamamos libertad frente a los otros iguales.
Nosotros siempre combatimos al enemigo con sus propias armas y, creyendo destruirlo, lo alimentamos.
A nosotros nos combate el enemigo con lo mejor que conocemos: nuestras armas.
Nosotras buscamos el placer, pero se lo negamos a quienes ya lo han encontrado.
No soportamos la felicidad, porque cuando la encontramos, la destruimos.
Nosotros predicamos la solidaridad, pero no ayudamos a los amigos.
Nosotras somos los otros.
Nosotros, los que condenamos el sistema, somos el sistema.
Para que el sistema viva, necesitamos, pues, creernos diferentes de él y también seguirlo. La oposición a sí mismo lo mantiene tanto como su alabanza.
Nosotros los que escribimos en contra del sistema, somos parte de él, y para mantenerlo debemos criticarlo, del mismo modo que para desarrollarlo debemos defenderlo.
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