LOS HECHIZOS DE NUESTRA CULTURA
Por Freddy Quezada
Por algún lado leí, una vez, que un extranjero puede ver un juego de fútbol como la carrera loca de un puñado de hombres en calzoncillos detrás de una pelota, con la intención absurda de colocarla dentro de una cabaña, mientras se golpean los pies y se prohiben usar las manos, a excepción del que cuida las redes que, pensándolo bien, podrían servirle para pescar.
Es un modo de ver las cosas, como la modernidad, que es otro de verlas. De hecho modernidad y modo tienen la misma raíz. Pero ese modo, a fuerza de imponerse por su encanto, ha producido una cadena de hechizos que han conformado el núcleo más duro de nuestra cultura. Prefiero llamarlos hechizos porque difícilmente pueden ser demostrados o combatidos por medios puramente racionales. Es como la impresión de un forastero que llega a un pueblo desconocido (al fin y al cabo Occidente es como una Managua muy grande) y lo primero que observa en las narraciones de la gente son los siguientes modos.
1.
Nada puede ser dicho a favor o en contra dentro de la cultura occidental sino está de por medio un cambio, hacia adelante, que es lo común, o hacia atrás, que es lo llamado "reaccionario", "tradicional" o "conservador". Nadie puede detenerse en algún punto. Para lograr los cambios en cualquiera de las direcciones hay que luchar contra sus enemigos, sean personas, ideas o cosas. Los cambios tienen, en general, un signo muy positivo y para oponerse a ellos hay que correr muchos riesgos. Casi siempre el crítico a lo que se opone es a su alta velocidad y a sus excesos colaterales.
2.
Pero hay algo más hipnótico en la cultura occidental. La solución de los problemas es el eje de todas las discusiones y cambios. Uno no puede darse el lujo de hablar si no hace acompañar sus críticas al otro/a con una alternativa. Por muy apegada a las reglas de la polémica que fuere una objeción, si no tiene una solución alterna, no sirve para nada. Es pura especulación. A veces, incluso, se tiene primero la solución y hasta después se inventan los problemas. Pero, también, en muchos casos las soluciones son la fuente de problemas mucho más grandes de los que vienen de resolver. Alguien una vez dijo, bromeando, que las soluciones son las causas de los problemas. Estaba en lo cierto ese payaso.
3.
"En el principio fue la acción". El grito de Goethe es el que anuncia la insignia más grande de la modernidad. Nada es o sirve para algo sino se pone en marcha. Las ideas grandes o pequeñas deben tener una expresión práctica. Si una cosa o proyecto no se ejecuta, no sirve. Por eso la modernidad también se la conoce como un proyecto abierto o inconcluso, siempre se está haciendo, en acción perpetua. No hay derecho al descanso, a la pereza, al ocio o al reposo. ¿Suena a Che Guevara esta tontería, no? Aún hoy, en esta época de crisis, la mayor parte de la gente honrada se pregunta qué debemos hacer para superar todo el relajo en el que estamos. Es la acción por la acción misma. Es el nihilismo que ella misma produce y que no sabe reconocer más que en los enemigos que genera. Al final, también, es la acción la que está terminando por hundir a la modernidad.
4.
Hay que ver cada uno de estos modos como un encadenamiento interno hacia un objetivo superior, donde todo lo que queda atrás o debajo es inferior. Por principio la pura inercia del calendario nos lleva hacia algo superior que no sabemos expresar pero que existe. Es un baño de luz que todos llevamos dentro como cuando nos creemos por encima de los demás y tomamos nuestra edad como la más sabia y madura. Es como un anuncio de shampoo cuando él abraza, en cámara lenta, a ella con su cabellera suelta y esplendorosa envuelta en unos suaves rayos de sol.
5.
Otro eslabón que marca las identidades de la modernidad occidental es la novedad como corte que puede ser aparejada al cambio o a sus velocidades, como en los autos. Lo nuevo es una ilusión cuyo distancia entre una novedad y otra puede llamarse, si el tiempo es largo, revolución y si es muy corto, moda. Cuando las revoluciones son descubiertas en su obsesión por devolvernos a los orígenes y cuando las modas empiezan a repetir lo viejo, sólo entonces sabemos que la novedad es un círculo.
6. EL ENCANTO POR BUSCAR LAS CAUSAS DE LOS FENOMENOS
Hay personas que cuando se sienten mal, lo primero que les calma las dolencias no es tanto la medicina como saber las causas de la enfermedad. Dicen tener la mitad de la batalla ganada porque ya saben a quien se enfrentan. Lo mismo pasa con los fenómenos naturales y sociales. Se buscan las causas para transformarlos, controlarlos, prevenirlos, superarlos y planificarlos. Saber es poder.
7. EL VERTIGO DEL MOVIMIENTO CONTINUO
Cada uno de los eslabones anteriores está en un movimiento continuo cuyo paso no se sabe diluyente. Creen que tales hechizos son eternos cuando lo primero que han hecho es destruir esa noción. Están condenados a moverse, ¡oh paradoja¡, eternamente, sin fines duraderos.
Una persona indiferente a los cambios, poco preocupada por resolver algo, quieta durante todo un día, sin aspirar a nada, que le aburrieran las novedades y que, encima de todo, se riera de lo que otros creen la causa de las cosas, se me antoja que soy yo, un forastero.
Managua, 4 de Noviembre de 1997
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