martes, 17 de noviembre de 2009

Pobre Europa

POBRE EUROPA

Por Freddy Quezada

Europa nos enseñó a pensar, hablar, a matarnos y a soñar. Nos dijo cómo debíamos alegrarnos y cómo llorar; y cómo podíamos cambiar nuestro destino a través de la cultura primero, la riqueza después y el poder, ya en los último tiempos. También nos enseñó a avergonzarnos de la otra parte de nuestros orígenes, a considerar inferior, ignorante e inoportuna nuestras raíces precolombinas que, para ser sinceros, tampoco eran inocentes.

Ahora está en guerra consigo misma, la madre y maestra. Yugoslavia le cierra el siglo a su continente en el mismo sitio y del mismo modo como lo comenzó: con una guerra. Me pregunto dónde está la grandeza de este viejo continente que hoy llora su tragedia. Una grandeza cuya herencia los EEUU, con su pragmatismo, la convirtieron en tecnología y los latinoamericanos, con el barroquismo de lo real maravilloso y lo fantástico del realismo mágico, la convirtieron en literatura. !Qué tentación acariciarle la cabeza en su caída!

Ahora es una pobre vaca. Todo su orgullo, su sabiduría y su educación no han servido para detener una guerra en su propio seno. No importa quién tiene la culpa. Si es un interés geopolítico de la OTAN y EEUU con su discurso hipócrita de "intervención humanitaria" o el nacionalismo fundamentalista de un miserable con su discurso cínico de "limpieza étnica", lo que aquí importan son las víctimas de ambos asesinos.

Todas las glorias pensantes vivas, que aún nos siguen embrujando, no pueden explicar esto a inicios del siglo XXI y en el más culto de los continentes. Vengo de leer, precisamente, una antología sobre la "paradoja europea" (mientras más se une más se fragmenta) donde hablan los intelectuales más representativos de Europa (Eco, Lyotard, Gadamer, Derrida, Steiner, Kristeva, Hável, Marcusse, Lévinas, Ricoeur, Darrás y otros) y casi todos creen que lo mejor es la Federación de una Europa por regiones naturales. Casi todos son los teóricos de la diferencia, la misma que hoy ocupan para eliminarse en el instante que los otros exigen respetarla. ¿Qué dirían sus teorías de esta masacre de sus propios hermanos?

Esos rostros kosovares, blancos, nos hermanan con los rostros negros y mestizos de nuestras propias guerras.

Ahora queremos ser solidarios con ellos. Aquí están nuestras manos morenas y sucias, nuestro viejo techo y nuestro magro pan, para ayudarles en lo que podamos a sus refugiados y a sus víctimas. Los nicaragüenses, uno de los pueblos más desgraciados del mundo, no pueden dar menos. Estamos llenos de mierda por todos lados, es cierto, pero menos en el corazón. Reciban las víctimas, nosotros que sabemos lo que son las guerras, nuestras muestras de solidaridad. Y si no pueden contar con todos los nicaragüenses, pues también los habemos muy malditos, al menos cuenten con muchos. Uno de ellos ya está aquí.

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