lunes, 16 de noviembre de 2009

El Ultimo de los Ilustrados *

LA CARCAJADA DE ESPARTACO

Por Freddy Quezada

Cuando una de sus hijas le preguntó a Marx cuál era su héroe favorito, este respondió sin vacilar: Espartaco. Supongo que en el imaginario de este judío brillante, el esclavo rebelde debió ser una especie de Jesús ateo. Crucificado por el senador Craso, el hombre más rico y poderoso de Roma, por haberse rebelado contra ellos, Marx se lo supuso un Prometeo, como él mismo se miraba, sólo que desilustrado. Es curioso que una de las mentes más influyentes de Europa haya fijado sus ojos en su “otro”, el bárbaro.

Hemos dicho que los bárbaros postmodernos son los emigrantes de las postcolonias europeas y estadounidenses que balbucean los idiomas dominantes de las metrópolis y que bañan en oleadas continuas, y cada vez más voluminosas, sus entrañas.

Este dato tiene que ver con dos cosas que son viejas pero que debido a sus dimensiones mundiales se volvieron problemas: la identidad y la migración. Y tiene que ver con dos aspectos que han sido muy explotados por la filosofía y la antropología: el sentido y el espacio.

Más de la mitad de la población mundial vive dónde no nació. Cuando uno se arraiga en sitios lejos de su infancia o juventud, suceden cambios en términos de sentido y de construcción de identidades en espacios nuevos. Sucede a escala y va desde que uno se cambia de barrios, de ciudades y de países, solo o con las familias. En la medida que el conjunto de valores compartidos con los lugares huéspedes sean fuertes, los problemas de identidad se vuelven débiles y, al revés, cuando las redes de sentido son extrañas, las identidades hechas que carga el emigrante se tornan conflictivas y sujetas a luchas de poderes en los nuevos “locus” e imaginarios.

La diferencia la hacen las generaciones. Las más viejas tienden a ser conservadoras mientras que las generaciones nacidas en el lugar anfitrión tienden a ser híbridas. Todo esto, hace que haya varios tipos de migraciones: agrarias, urbanas, intraurbanas, intranacionales dentro Estados multiétnicos (como los miskitos y mayagnas que viven en Managua), internacionales entre culturas afines (como los “nicas” en Costa Rica) o internacionales entre culturas diferentes (como “nicas” y “ticos” en EEUU), etc.

Los migrantes que asumen la cultura dominante se disuelven en ella, pero los que la resisten en distintos grados, incluyendo a aquellos que quieren asumir la dominante pero el sistema constantemente los descubre y estigmatiza, son los que representan la mayor amenaza para la cohesión social de los países recipientes. Se genera una lucha cultural profunda en la medida que las cadenas de sentido se quieren imponer unas a otras o se hibridizan, descentrando al sistema y abriéndolo a la posibilidad de no reconocerse. El derrumbe de la Roma Imperial se refiere a esto. Las grandes avenidas europeas y norteamericanas, ya no pueden ser representadas en las películas, por ejemplo, si no están presentes, árabes, africanos e hispanos.

Dentro de las variedades de emigrantes, sólo el que regresa de visita, sabe que vuelve a un espacio, pero lo que quisiera él es retornar a un tiempo. Quiere lo imposible. Cada vez que regresa encuentra todo, pero en otras coordenadas, como en aquel cuento de Cortázar que, al doblar cada esquina en un país, se encontraba en otro. Es la nostalgia sin regreso y el futuro sin aceptación. No es de aquí ni de allá. Emigrantes de este tipo son los únicos que ya no tienen hogar, sólo se encuentran a gusto, como la globalización que es su madre, en el movimiento, su medio se volvió su fin. Son movimiento + memoria. Contradictio in terminis. Sólo un pueblo conozco con estas características: el pueblo judío.

Los emigrantes en general son el equivalente, para los que sólo saben leer las cosas en esas claves, al proletariado internacional que soñaron las internacionales revolucionarias; más precisos aún, son parecidos a esos pobres urbanos, pero ahora cosmopolitas, que Franz Fanon imaginó que harían la revolución en los países dependientes. Por supuesto que hay también muchas diferencias. No son organizados y sus conciencias son más complejas que una simpleza de clase. Pero son la amenaza real de los países albergantes. El mismo miedo que tienen los Estados nacionales débiles de perder su soberanía, tienen ahora los Estados nacionales fuertes de perder su identidad a manos de sus propias víctimas.

En el fondo del debate que se está abriendo a propósito de la Libertad vs la Seguridad, en el campo de muchas ciencias sociales, está el tema más profundo del Estado-nación. ¿Sirve o no este aparato? ¿Resuelve más problemas de los que genera? ¿Cuáles pueden ser las nuevas maneras de representarnos y ser representados?

La rebelión de los esclavos, que Espartaco dirige, no quiere enfrentarse a Roma sino huir a sus países de origen. En la actualidad los emigrantes, esclavos postmodernos, fluyen hacia el vientre de las nuevas Romas. Aquellos escapan, estos quieren entrar; aquellos fueron derrotados por insuficiencia al ser superados por las infinitas legiones romanas, estos tienen el número a su favor.

En la propuesta fílmica de Stanley Kubrick, Kirk Douglas, en el papel de Espartaco, nunca ríe hasta que Varinia, su compañera, le pregunta qué quisiera y le responde, “no sé leer”, pero, dice (sin saber que otro hombre, como Marx, lo cumplirá) : “quisiera saberlo todo”. Espartaco descubrirá, entonces, el gran secreto (que ya somos lo que buscamos) y que lo hará pasar de una barbarie a otra, por medio de una carcajada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario