EL DANIEL ORTEGA QUE JIMMY CARTER VIENE A VER SIEMPRE
Por Freddy Quezada
Debo confesar que me equivoqué en toda la línea con las altas tasas de abstención que esperaba en las elecciones recién pasadas en Nicaragua. Enhorabuena. Esta gente me sorprendió una vez más y me felicito que lo sigan haciendo. Es una alegría que lo traicionen a uno. Así también se complace la ciencia no lineal de nuestros días. No hay como el caos, jodido!!! Como se sabe, la derrota es huérfana y la victoria tiene mil padres. Al Ing. Bolaños le basta sonreír para dar por satisfecha cualquier pregunta sobre el secreto de su triunfo, mientras los sandinistas podrán escribir libros enteros y presentar las hipótesis más brillantes y siempre flotará el sabor amargo del perdedor.
No resisto la idea de pensar que Jimmy Carter viene siempre a Nicaragua, en temporadas electorales, a consolar a un Daniel Ortega que desde la primera hasta la última derrota nos ha presentado un rostro compungido, como el del ’90, uno furioso como el del ’96 y el último casi alegre del 2001. El ex presidente norteamericano tiene la fortuna de conocer varios rostros de un mismo hombre con una misma mala noticia. Una elección más, con ambos protagonistas de por medio, y cuidado terminan el uno en brazos del otro, como esas viejas películas de Hollywood donde un miembro de la pareja se presenta semidoblada y ligera, en actitud de desmayo, sostenida por los brazos robustos del otro, exactamente antes de estamparse el primer beso. Con semejante compañía, es necesario y suficiente un par de trajes de baño y un destino como Cancún para olvidar cualquier agravio. Hay algo de romántico en imaginar como dos hombres se pueden caer tan simpáticos en momentos de dolor.
Tres veces es demasiado en asuntos del destino y del amor, ya no digamos en política, para saber que alguien no triunfará nunca, o intentar hacerse perdonar algunos pecadillos de la carne o del espíritu. No hay coartadas ni justificaciones. El FSLN perdió en toda la línea..
Y creo, hablaré aquí ya como sociólogo a destajo, que la derrota respondió a un curioso fenómeno poco estudiado en Nicaragua. La estructura y comportamiento político y actitudinal de las familias de este país que, por cierto, espera un buen antropólogo urbano a que se luzca con un estudio de ellas. El voto fue familiar (en pequeñas cascadas) y no individual como se piensa usualmente. En las filas para la votación las personas iban a votar con sus familias desde los más jóvenes hasta los más ancianos que, sorprendentemente, fueron muchos.
Los muestreos, en virtud de sus propias metodologías, son estrictamente individuales. Este es un principio epistemológico que parte de la idea que los individuos son átomos (idea viejísima desde Augusto Comte y Emile Durkeim) conscientes y plenos de la sociedad que, perfectamente, pueden tomarse sus opiniones como las de una persona autónoma, soberana y madura. Esta concepción del liberalismo europeo y norteamericano está soportada por una sólida clase media que produce en serie la ilusión de que sus miembros son individuos completos, almas secularizadas de
Los manuales de encuestas, incluso, prohíben que las respuestas sean de grupos o que las sesgue un tercero. Pero la persona que interrogan las muestras es un individuo abstracto, sin raíces ni comunidad, la típica ficción jurídica liberal, arrancada con violencia de sus unidades sociales donde reciben y devuelven sus opiniones y valores como las familias, las clases sociales, las comunidades “homogéneas” agrarias o étnicas. El individuo no existe, es una relación social. Viejo principio ya olvidado, no sólo por las firmas encuestadores sino por todos nosotros, pero siempre cierto.
Ya que la sociedad nicaragüense es un sociedad desconfigurada en términos de clase (tenemos una burguesía cobarde, mezquina y provinciana, así como un proletariado raquítico, miserable y pedigüeño y una clase media vanidosa, pequeñísima y llorona) posee, sin embargo, o talvez a consecuencia de ello, una estructura familiar muy fuerte en cuanto a reproducciones de valores en manos generalmente de mujeres abandonadas por su pareja masculina y con una cantidad de hijos e hijas en edad de votar por primera o segunda vez, de tres a cuatro jóvenes en las ciudades. En el campo aún no he hecho los cálculos.
Se imaginan ustedes lo que es desayunar todos los días para los jóvenes y los “mantenidos” , excluimos los almuerzos y las cenas que la televisión rompe, sobrexpuestos a los llamados de las cabezas de familia a votar por el candidato elegido por quién paga las cuentas de la casa; aquel o aquella cabeza de familia extendida que es generosa (además de obligarse con su núcleo estricto, protege a sus ancianos, abriga a los hijos/as de las amantes, mantiene a parientes desempleados y alcohólicos, cubre las necesidades de amigos o amigas de los hijos/as, etc), discreta (conoce cómo votará cada quién, guarda con celo las miserias y horrores de la familia y divulga orgullosa sus glorias y hazañas) pero también autoritaria (reclama obediencia ciega a su voluntad en virtud del suministro económico que efectúa, reparte juicios a toda hora sobre sus preferencias, exige lealtad sobre sus elecciones, carga de bondades y plenitudes a sus candidatos, ordena primero y convence después al resto de la familia sobre las cualidades de sus ungidos, etc). La familia en Nicaragua es la primer fuente de opinión y, sobre todo, del individuo. Y, por su estructura, no puede ser democrática; ahí es donde primero aprendemos a obedecer, luego a creer, después a comprender (con la ayuda de la tv, la calle y la escuela) y sólo de último, a rebelarnos contra ella. Por eso es que la base de todo razonamiento siempre es un credo al que hay que obedecer aún en los momentos en que imaginamos romperlo.
Una buena pregunta, pues, en las próximas encuestas debe ser ¿Por quién votará su familia?
En estas elecciones, la familia nicaragüense, más bien la mayor parte de las mujeres cabeza de familia entre 30 y 50 años, votó junto a sus hijos/hijas, padres, hermanos y tíos, contra el miedo a regresar a ese pasado que ellas sufrieron como madres. Es probable que el varón de la misma edad, haya vacilado un poco más. El pasado oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. ¿Recuerdan? Haya sido como haya sido, este pueblo taimado, para bien o para mal, votó a favor de los liberales y de su principal jugador: el Ingeniero Enrique Bolaños.
No hay comentarios:
Publicar un comentario