LA BATALLA ENTRE PREFIJOS
Por Freddy Quezada
A Carlos Midence, con mucha estima
Las Universidades, ese invento de los árabes, han echado de su seno, que ha sido siempre su hogar, a la filosofía como disciplina, paradójicamente, cuando está más fuerte en las calles, sólo que con otro nombre. Y, cómicamente, le ha abierto las puertas a una tecnología de punta que se desarrolló fuera de ella, básicamente en los laboratorios de los ejércitos (semi-conductores, microchips, fibras ópticas, nuevos materiales) y en las nuevas investigaciones de las empresas gigantes. Así, pues, las universidades, echan a la hija y reciben al forastero, sin enterarse que la filosofía de la tecnología se llama hoy estudios culturales. Y que han emergido de la gran discusión que cubre a la globalización y a la fragmentación ("glocalización" 1) y/o "fragmegración" 2) en las universidades mismas. Es decir, la hija regresa por la puerta grande en bodas con el extraño, pero la suegra no los reconoce por la época en que vivimos.
Y es que vivimos en la era de los prefijos "post" (postmodernismo, postcolonialismo, postoccidentalismo, posthistoricismo) cuya batalla viene de suceder la de los sufijos "ismos" (recordemos las batallas entre estructuralismo, marxismo, surrealismo, positivismo, existencialismo, culturalismo, etc.) en las modernidades. América Latina, si tal invento existe, está otra vez envuelta en estas discusiones, pero, como siempre, en el lugar equivocado (las universidades rápidas), tarde (esta discusión empezó a finales de los setenta), mal (no hay todavía ideas propias) y con los problemas de toda la vida (la identidad).
Nicaragua, como una buena parte de los países latinoamericanos, posee una cultura que no es del todo occidental. Somos occidentales de segunda. Mucha de nuestra gente todavía se cura con medicina herbolaria cuyos nombres y bondades le vienen de tradiciones precolombinas; el cristianismo, en el que casi todos creen, está cruzado con la magia y los mitos aborígenes; no saber leer y escribir, para muchos, no representa la tragedia que el ilustrado cree; nuestra suciedad, desorden e irresponsabilidad sólo lo son desde los patrones de la clase media mundial 3; los utensilios reciclables, descartables y desechables de hoy se lavan, almacenan y continúan usándose en gran parte de los hogares; la mayor parte de nuestra gente prefiere ver telenovelas y seguir con entusiasmo la lucha libre entre el "Sr. Trasero" contra "La Roca" que programas educativos en la televisión; las habitaciones de la mayoría de nuestras casas guardan una privacidad precaria que impide individualidades sólidas; nuestro vocabulario, giros y lógicas que mantenemos en la vida cotidiana nada, pero absolutamente nada, le deben al racionalismo de Sócrates y Descartes. Pero, todos, absolutamente todos, sufrimos la tiranía de una cultura cuyas clases medias, desde cualquier signo ideológico, siempre han sido las más agresivas para imponerla. Así, se dan situaciones francamente absurdas, donde una población que en buena parte no sabe leer y escribir (y mucha de la que sabe lo hace mal y poco) se ve gobernada por un texto (la Constitución) del que no se puede alegar ignorancia en su lectura. Por supuesto, es mejor enseñar a leer y a escribir a todos que eliminar ese modo de regirnos por un despotismo escriturario que, encima, nadie respeta. Lo mismo pasa con la medicina, economía, derecho, sabiduría, etc. No hay pugna entre dos racionalidades o varias, sino vulgar imposición. Los bajos resultados que dispensa el esquema de una pequeña élite ilustrada sobre una población mágica (sin comillas) son los que se usan, para situarnos en las tablas estadística de ese mismo mundo que nos mide, y al que nuestras clases medias nos obligan a parecernos, en los lugares más bajos.
Ha llegado el tiempo de darle más importancia al "dónde" (locus) y al "quién" (ethos) que al "qué" (causa) y "para qué" (sentido 4) europeos y al "cómo" (know how) norteamericano. Creo que este es el nudo clave en la discusión contemporánea entre los "post" que se enfrentan sobre todo en las universidades de los países rápidos y que ya está conociéndose en los países lentos. Los tres grupos pueden ser resumidos así:
a) Postmodernos (Baudrillard, 1993; Derrida, 1989; Lyotard, 1984). Este grupo gira sus investigaciones a través de la desconstrucción de los efectos del metarrelato perdido y la redefinición del tiempo y el vacío que viven las sociedades satisfechas del mundo rápido.
b) Postcoloniales (Said, 1990; Spivak, 1990; Appadurai, 1994). Profesores (pero antes discípulos de pensadores postmodernos) de Universidades del "mundo rápido", pero con fuertes raíces identitarias de sus países lentos y postcoloniales. E. Said aplica las concepciones de Michel Foucault al imaginario europeo sobre el "otro" descubriendo las miserias del "orientalismo"; G. Spivak, discípula de Jacques Derrida, desconstruye a Occidente en sus promesas y muestra la sordidez de las alternativas venidas de Occidente, postmodernismo incluido, y A. Appadurai, le devuelve el favor a Inmanuel Wallerstein, descentrando sus conceptos y demostrando la problemática socio-económica y política, pendiente en los países postcoloniales dentro del sistema mundo.
c) Postoccidentales (Mignolo, 1996; Richards, 1996; Rodríguez, 1996). En toda esta batalla, los latinoamericanos, en especial los que imparten clases, conferencias o simplemente siguen las discusiones en las universidades del mundo "rápido", han determinado dos cosas: a) que sufren las mismas consecuencias que los postcoloniales y b) los postcoloniales le han hecho ver que no somos una cultura independiente de la Occidental y lo que antes era orgullo a medias ha pasado a ser hoy vergüenza entera. Los latinoamericanos son rechazados por ambos movimientos. Por los postmodernos porque siempre nos ven como subcultura de ellos y no podemos aportar absolutamente nada nuevo (pese a que el postmodernismo ya está en Carpentier y los novelistas del "boom" latinoamericano) y los postcolonialistas porque nos ven como cómplices despreciables de los europeos en la construcción del "orientalismo" y el "otro" que no son, nunca han sido, los árabes, chinos, japoneses e indios reales. De nuevo, los latinoamericanos vuelven a oscilar, con sus viejos problemas de identidad a cuestas, entre dos polos.
Está abierta la polémica. Ya vendrán a Nicaragua, en oleadas, las discusiones sobre esta asunto y los charlatanes que nos ensordecerán, mientras uno mira lucha libre en televisión.
Por lo pronto, la batalla de los "post", para mí, no son más que juegos de intelectuales insatisfechos por lo que descubren y, luego, molestos por el dolor que les representa decirlo, buscan culpables que pueden ser todos, menos ellos.
---- (aparte) Voy al "Sr. Trasero".
N O T A S
1 Globalización + Localización
2 Fragmentación + Integración
3 "La modernidad trajo consigo el nacimiento de algo que podemos denominar cultura moderna, una nueva sensibilidad moral que, irradiando desde la clase media inglesa, norteamericana y, desde varios puntos de vista, francesa, se difundió hacia el exterior y hacia abajo" (Wagner, 1997:113)
4 Edgard Morin (1995), como buen francés, dice que el sentido proviene de problematizar las cosas. Acaso, por ello, nos interroguemos sólo por las cosas que hemos perdido. Mientras no haya preguntas, no hay problemas. ¿Qué es la felicidad, sino algo que hemos perdido desde el momento que nos preguntamos por ella? ¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? ¿A dónde vamos? Preguntas, claves, que señalan la pérdida de nuestro origen, naturaleza y destino.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
Appadurai, A. (1994) "Disjuncture and Difference in the Global Cultural Economy" en Colonial Discourse and Post-Colonial Theory de Patrick Williams y Laura Chrisman (comp.) Columbia University Press. New York. págs: 324-339.
Baudrillard, J. (1993) La ilusión del fin. Anagrama. Barcelona
Derrida, J. (1989) La Escritura y la Diferencia. Antrophos. Barcelona.
Lyotard, J.F. (1984) La Condición Postmoderna. Cátedra. Teorema. Madrid.
Mignolo, W. (1996) "Herencias coloniales y teorías postcoloniales" Cultura y el Tercer Mundo Vol 1. págs: 99-136. Nueva Sociedad. Caracas.
Morin, E. (1995) Pensar Europa. Gedisa. Madrid
Richards, N. (1996) "Signos culturales y mediaciones académicas". Cultura y el Tercer Mundo Vol 1. págs: 1-22. Nueva Sociedad. Caracas.
Rodríguez, I. (1996) "Sujetos ingobernables. El discurso de la ciudadanía". Cultura y el Tercer Mundo Vol 2. págs: 221-242. Nueva Sociedad. Caracas.
Said, E. (1990) Orientalismo. Ed. Libertarias. Madrid.
Spivak, G. CH. (1990) The post-colonial critic. Routledge. New York & London.
Wagner, P. (1997) Sociología de la modernidad. Edit. Herder. Barcelona.
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