LA "BATEITA" POLITICA
Por Freddy Quezada
Uno de los riesgos en este país es querer predecirlo. Por eso es parte de una diversión muy nica, ver cómo queda en ridículo el mejor de los análisis que, no acaba de impresionar a un público asombrado, cuando al día siguiente termina inutilizado en varios de sus escenarios, dando origen a otros que son similares a los iniciales que, por lo demás, ya se habían olvidado por una audiencia habituada a la velocidad de los sucesos. Entonces, todo parece nuevo, otra vez.
¿Cuál es el escándalo que dos zánganos jueguen a lo único que conocen? Sería lo mismo que si, por otro lado, nos enteráramos que son aficionados secretos a vestirse de falditas cortas con vuelitos floreados y tomarse fuertemente de las manos para girar y girar, hasta que uno de los dos caiga de nalgas, frente a todos, como en ese juego de niñas conocido como la “batea”. Tienen derecho, siempre y cuando no perjudiquen a los demás. Pero al resto, que somos nosotros, si se nos dice que seremos perjudicados por unas leyes que, encima, nadie ha cumplido en este país, nadie obedece y nadie respeta, cuál es el escándalo? ¿Cómo llamar a indignarnos por el irrespeto a unas leyes que no se cumplen por nadie y se rasgan vestiduras cuando dos canallas lo hacen evidente? ¿Quién alega inocencia?
Miren cómo somos. Ahora que condenaron a Alemán, cosa que se merecía, nadie dice, salvo los liberales, que Daniel Ortega estuvo detrás. ¿Por qué callan la mayoría de analistas algo que sólo minutos antes condenaban? La justicia de un fallo no debe justificar los medios que se emplean para dictarla. Hay que decirlo: sigue siendo la justicia una máscara de la voluntad de poder. Coincida o no con el número mayor de personas que la desea, el poder está, en este país y en todos, y siempre ha sido así, por encima de la ley. Casi todos los intelectuales y la mayoría de los historiadores son los que nos han enseñado lo contrario.
Marx dijo, ya no recuerdo dónde, y no porque lo haya dicho ese santurrón desacreditado, sino porque estudió leyes y algo debió aprender este vago que mucho habló de trabajo (para que otros se enriquecieran con su discurso emancipador), que las leyes se anulan unas a otras, porque donde hay una disposición, más adelante hay otra que la limita o la contradice. Desenmascaró la hipocresía de las leyes que venían desde los contractualistas ilustrados. Dijo también algo que se olvida con mucha frecuencia por los legalistas de nuestra época: detrás de las leyes siempre hay un poder al que responden Y los postmarxistas en vez de desarrollar esta línea de pensamiento, perdieron la oportunidad de profundizarla haciendo pasar como cosas del siglo XXI conceptos del XVIII. Por supuesto, si Marx se equivocó, y en mucho el “cabeza de zorro”, fue en creer que el económico era el más importante de los poderes.
Tendría que llegar Foucault, que no es más que una ampliación corregida y aumentada de él, es decir una suerte de Marx “comelón”, para decirnos que también hay otros poderes más importantes y más numerosos de los que pensaba el cascarrabias marido de la duquesa de Westfalia. Uno de ellos es el poder de los imaginarios que nos hacen creer que los poderosos, por principio, tienen más fuerza de la que poseen. Y, verdad o mentira, que es lo de menos, lo importante es si permitimos creérselos o no.
El poder es un juego. Todo lo demás se le subordina. La diferencia con otros juegos (deportivos, infantiles, de lenguaje, económicos, jurídicos) es el precio que se paga por ganar o perder: en el poder, perder generalmente se paga con la vida y la libertad. Ganar es para los vencedores: más poder si ya se tenía alguno, o el poder mismo, si no.
En el mapa de poderes reales de Nicaragua, además de los cuatro formales que, en verdad, sólo son dos: el ejecutivo (con el ejército y la policía) y el legislativo (los otros dos, en la práctica, son subalternos), existen cuatro poderes más, tanto o más grandes que los formales: a) la Jerarquía de la Iglesia Católica; b) la Embajada de EEUU; c ) la sociedad civil con dos subconjuntos: c1) las asociaciones civiles (sindicatos, gremios, ong´s, movimientos sociales, partidos extraparlamentarios, líderes de opinión, notables); c2) las cámaras empresariales (COSEP, Grupo Pellas, narcotráfico, inversionistas internacionales) y d) los medios de comunicación.
Hay también, por encima del Estado Nacional, fuerzas internacionales económicas (como el FMI y el BM), jurídicas (PARLACEN) y comerciales (CAFTA). Todas estas fuentes de poder constituyen las combinaciones y cadenas que se presentan con dominancias alternas en los múltiples escenarios que se abren como posibilidades donde, según la coyuntura, unas son más importantes y estratégicas que otras. Todos se hacen el juego por acción u omisión y a veces los más opuestos se alían para vencer al dominante de turno, del mismo modo que hay actores que se sienten atraídos por una especie de naturaleza afín para derrotar a los que consideran, dentro de sus imaginarios, como amenazas. Es imposible considerar todas las variantes y modalidades que puede dar lugar este tejido tupido de intereses, pasiones, traiciones, traslado de afectos partidarios y ambiciones shakespeareanas. Entre más alta es la combinación más impredecible es el resultado. Pero dentro del bosque de escenarios, lo único que puede guiar a cualquier actor lúcido es este principio: sabemos que siempre le estamos haciendo el juego a alguien, pero lo importante es hacérselo uno mismo. En estos términos, casi estéticos y lúdicos a la vez, el poder en sí mismo (como lo supieron Maquiavelo, Aretino, Talleyrand y Fouché) es el más fuerte y emocionante de todos los juegos.
En lo que llevamos en Nicaragua, como fruto de la maniobra de los repactistas ahora separados, hasta nueva orden, el beneficiado, desde que salió en la foto con el jefe del ejército y la policía, sin más esfuerzo que los silbidos del cobarde en la oscuridad, es el Presidente Bolaños, que empezará, si es listo esta vez, y desquitan el megasalario sus asesores, a capitalizar la venganza de los liberales con el dictamen de minoría sobre la Ley Judicial y demás iniciativas despartidizadoras, negociando las ventajas para los liberales y brindando espacio para su Plan Nacional de Desarrollo. Más escenarios no se miran, a sabiendas que los ocultos pueden ser los visibles mañana y asumimos los riesgo de parecer ridículos hoy. Las reformas constitucionales regresan a su carácter algebraico; la embajada de EEUU y la Iglesia mantienen la ofensiva contra el FSLN; el FMI y el BM como si no pasó nada; el CAFTA gana de nuevo la agenda de los medios; y el FSLN se prepara para pagar los costos de la “batea”, cuyo protagonista, si bien no cayó de culo como su contrapartida, salió mareado y, también, perdiendo.
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