Por: Freddy Quezada Pastrán[1]
7:15 a.m. ¿Cómo hago para empezar el artículo sobre la juventud? ¿qué empezar diciendo? Sé que Balzac y Tolstoi eran amantes empedernidos de los jóvenes. ¿Habrán sido medio pederastas? A lo mejor. El peine, dónde está el maldito peine.
Me preocupa, cada día frente al espejo, el número de canas que se advierten en mi cabello engominado y me consuela saber que aún son inferiores las arrugas; no perdono mi abdomen en el instante que corrijo los bolígrafos en mi camisa y siento el abrazo de mi hija sobre las piernas; constato el brillo de mi calzado, que agito sobre las virutas de talco fino, y me prohíbo encontrar cualquier agujero en las calcetas. Unas palmaditas de loción en el rostro, antes de despedirme con una sonrisa para engañarlo, me obligan a compararme cuando hacía todo lo contrario entre mis 15 y 24 años. Entonces recuerdo que en una de las peores novelas de García Márquez, un amor trabajoso entre dos ancianos, sólo me llamó la atención una frase que tiene que ver en algo con el tema que abordaré. Dice algo así como que uno empieza a envejecer cuando comienza a parecerse a sus padres. Ciertamente confieso ya parecerme al mío.
7:30 a.m. Bien, para empezar, tengo que darle a conocer a los lectores que es un adulto completo el que escribe. ¿Dónde está mi mochila barata de clase media-baja? De nuevo esa niña. ¿Abro con García Márquez? No, porque olvidó decir que envejecemos también cuando las caras nuevas se nos parecen a otras que ya hemos visto alguna vez. Comprendo ahora porque no hay misterio en los saludos a las recién conocidas; no hay fantasías en la mirada; no hay sorpresas en mis cejas cortas ni asombro en mis pestañas largas; no hay fabulación de la carne; es la repetición de la vida Dios mío, es decir, la muerte.
En la revolución nicaragüense no triunfó, en términos sociales, ni el proletariado, ni el campesinado, ni la pequeña burguesía; triunfó la juventud. Así de sencillo. De alguna manera lo reconocen, aunque no tan categóricamente, algunos autores como Núñez (1983), empeñado en presentarle a su "tercera fuerza" carácter clasista, Vilas (1984), jugando más bien con cifras del INSSBI del '80 y, en menor medida, Burbach (1987) comparándola con la juventud norteamericana. No dicen, con todo, que la revolución sandinista fue una especie de tributo tardío al mayo del '68 francés; una suerte de versión ampliada del Cordobazo argentino del '19. La imaginación llegó al poder, aunque fuese por unos meses, en un país signatario del realismo mágico. Todo el poder pasó al CUUN y al CEUUCA. A pesar de lo cierto, así bromeaba la mayoría de miembros del gabinete revolucionario, que llamaban a sus reuniones con el nombre de los máximos organismos estudiantiles universitarios de Nicaragua. Esa frescura fue la que prevaleció en los primeros años de la revolución. La campaña Nacional de Alfabetización cautivó al mundo no por su método sino por las sonrisas de sus soldados. Pero, en su conjunto, la juventud nicaragüense podemos decir que sufrió, sobre todo en los últimos tiempos (SMP), las glorias del sandinismo y su nobleza está precisamente en que no puede gozar hoy con sus miserias, al verlo dividido y preparándose para despedazarse.
7:45 a.m. ¿Ruta 117 o 114? A ciencia cierta aún no sé cuánto exactamente vale el pasaje, 40, 50 o 60 centavos. Voy a dar lo que yo quiera. 114. Da el sol en este asiento. Nunca sé dónde se pone. " <- Mercado de Mayoreo. Masaya, Centro. León, Corinto." Qué bonita tiene Managua, Alemán. (Oh no, el enemigo número uno de los hombres sentados con principios de cortesía obligada: una muchacha con una niña en brazos. ¿Por qué yo? empezaría digamos con algo así "En un ensayo sobre
En la juventud, como fenómeno, hay cinco grandes aspectos que obligadamente deben ser tomados en cuenta por cualquier analista. Digamos que pueden ser divididos en dos grandes conjuntos. El primero, es una conceptualización digamos teórica y existencial de su comportamiento/racionalidad y, el segundo, comprende una subdivisión por aspectos sociales que se sitúan como potencialmente explosivos para cualquier país que no logre resolverlos.
Conjunto A: cubre dos dimensiones. Por un lado, la juventud es aquella etapa de la vida que sobreenfatiza los aspectos morales y éticos del mundo, como producto de comparar lo que dicen los adultos de lo que hacen, es la ruptura de la niñez; aunque, por supuesto, existen excepciones que honran a la generación opuesta: Don Quijote, por ejemplo. ¿Todo el mensaje de Cervantes no habrá tenido su esencia en reivindicar, por medio de una excepción, a los viejos también como rebeldes?[2] Por otro, ser joven encierra lo que denominaremos como "la magia de la primera vez", es decir, la lectura de las relaciones sociales como aventura en libertad, como la gran posibilidad de iniciar cualquier empresa con éxito aún en las condiciones más adversas. Agotada la poesía de "sus primeras veces" empiezan a quebrar su moral en dos planos y entonces comienzan a ser adultos.
Conjunto B: aquí hay tres subconjuntos que colocan al joven como un actor con asiento especial dentro de países como los nuestros: empleo, educación y ocio. Las tres divisiones están castigadas por las políticas de ajuste neoliberal del gobierno.
El 20% de la población total de Nicaragua, casi cuatro millones (INEC, 1991), está comprendida entre los rangos de
Para empleo, según Vargas (1991:18), se incorporan anualmente cerca de 50 mil jóvenes a
El ocio, desde luego, si unimos las interrogaciones de los dos pisos anteriores, se ha dilatado para la juventud nicaragüense. Es probable que el espacio de tiempo, por la falta de infraestructura que lo soporte y el zeigeist deprimente de la época[3], se está invirtiendo en una suerte de refamiliarización (videos, parabólica, microcomputación, disco láser) de los grupos medios y en una perversión del tiempo libre (pandillas, drogas, delincuencia, alcoholismo) de los grupos populares. Desde luego, es advertible que las nociones no son puras, sino que suelen combinarse en ambas clases, en especial el fenómeno de la droga y el alcoholismo. Con todo, lo cierto es que no privan valores convulsivos y nada indica que la juventud, por ahora, está preocupada por la construcción de valores alternos. La vida corre mientras el espíritu juvenil medita. ¿Voluntarios adultos que le acompañen?
8:00 a.m. "Los jóvenes y Daniel en un sólo gas". increíble, hace dos años. "Toña a 100 mts". Oye chavalo güevón. Me la puso toda. Llego. Saludo a mis socios y amigos; total, un par de viejos como yo.
Menos estudiantes, más jóvenes desempleados y una gran parte de muchachos que no encuentran cómo realizarse dentro de un contexto conservador, podría ser una fórmula para liquidar la estabilidad de cualquier gobierno. Por la parte que nos toca, a quienes alguna vez fuimos jóvenes, creo que no debemos dejarnos traicionar por los valores del medio, aunque nuestras carnes fatigadas sólo encuentren consuelo al invitar a aquellos coetáneos que, al acompañarme, repetirán en silencio la estrofa que, por conocido final, distinguirá a las dos generaciones, acaso sólo por la presencia de lágrimas que ocasione:
"Juventud divino tesoro
ya te vas para no volver
cuando quiero llorar no lloro
y a veces -como hoy- lloro sin querer."
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
Núñez, O. (1983) Las fuerzas clasistas de
INEC (1991) Nicaragua: Estimaciones y Proyecciones de Población 1950‑2025 (revisado Septiembre ‑ Diciembre 82). ESDENIC'85 y Registros Electorales (Noviembre 1989). Managua.
Vilas, C. (1984) Perfiles de la revolución sandinista. Editorial Casa de las Américas.
Vargas, O. (1991) Análisis de la situación económico social de Nicaragua. UNICEF. Mimeo, Managua.
Burbach, R. (1987) Agenda para el debate latinoamericano. Editorial Vanguardia. Managua.
[2] La imagen no deja de interrogarme si a lo mejor, después de todo, por la carga prometeica que suponía, el joven revolucionario no fue más que un viejo en un medio juvenil y, hoy, el viejo rebelde sea un joven en un medio conservador.
[3] En una reciente encuesta de Mc Cann Erikson, se refleja que la mayoría de jóvenes de Nicaragua no están interesados en el cambio. Más de las tres cuartas partes resultaron ser apáticos, pasivos y tradicionales. Un poco más del 20% se definió como moderno con altos grados de rebeldía. Lo que se percibe, a mi modo de ver, es que la juventud está sencillamente paralizada por la masa de cambios que se están operando en el mundo. Sepamos que ese espectáculo está siendo procesado. No sabemos cuándo ni cómo se revelará.
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