UN PAIS LLAMADO TRAGEDIA ¿O COMEDIA?
Por Freddy Quezada Pastrán
Creo ser una de las pocas personas que conoció, por separado, a las dos víctimas del último espectáculo político en Nicaragua. Conocí al Comandante Saúl Alvarez cuando fuí dirigente estudiantil universitario en los épicos '70 y a Doña Romelda Martínez, en los trágicos '90, en una investigación sobre modelos económicos alternativos para
Cuando reparé en sus nombres a través de los medios de comunicación hice las comparaciones del caso entre mis dos amigos: demasiado comprometido el primero, me dije, como tan inocente la segunda; un mestizo de vacaciones en la ciudad, obligado a ejercer la víspera, y una señora de origen étnico, obligada por razones de salud a visitar la misma; un policía/revolucionario, si cabe tal absurdo en estos tiempos (Camus dijo una vez que todo revolucionario termina siendo policía o rebelde, tributo atroz a la escena nica, donde en este caso el asesino fue un rebelde/revolucionario) y una humilde ciudadana/indígena, si cabe ese absurdo también; un hombre y una mujer que nunca se conocieron y que junto a mi dolor los unió el país entero; dos personas asesinadas a menos de doscientos metros entre sí; dos amigos; dos muertos en un país tan miserable que sólo cuenta con dos estaciones al año y tan surrealista, por su cortes de agua potable, entre otras cosas, que ningún súbdito del reino puede tener sed dos veces a la semana.
Creíamos que la sociedad civil estaba dormida. Pero abrió los ojos y agitó los brazos, al mejor estilo de las películas de terror, con efectos especiales a lo Tom Savini. El Dr. Alvarez Montalván, sabio analista de derecha, incluso, en un reciente artículo en un periódico del país, reconoce su capacidad de veto e, implícitamente, confiesa la crisis de los partidos políticos en general.
Sin aliados por la derecha (UNO), por la izquierda (FSLN), por arriba (condicionamiento de USA) y por abajo (sociedad civil), nuestro gobierno está más desamparado que una gorda en una fiesta de modelos. Ahora, todos coinciden en pedir la cabeza --de paso, lamento lo de su cabello-- del Ingeniero Antonio Lacayo.
Observen que bello y primoroso cuadro: un gabinete de tecnócratas, para resolver la huelga de los transportistas, retrocediendo cómicamente en "bicicleta", como Mohammed Alí en sus peores tiempos frente a rivales conocidos sólo en sus casas; la economía peor que antes perdiendo más de lo que pensó recuperar con el impuesto del desaguisado; Doña Violeta viajando por el mundo con un sombrero floreado y de finos encajes para pasarlo después de sus discursos por las naciones más ricas; el FSLN cayéndose a pedazos;
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